Parecía que el 2021 iba a ser el año de la recuperación, pero algo se ha torcido. La inflación ha despegado como un cohete como consecuencia de las interrupciones en las cadenas de suministro y el crecimiento sin control en el mercado de la energía. ¿El resultado? El petróleo cotiza en 80 dólares, el nivel más alto desde el 2018, y la luz y el gas no encuentran su techo.
La escalada desenfrenada de los precios de la energía ha llegado a niveles históricos. En el caso del gas, los precios en Europa han llegado estas últimas semanas a 90 euros/MWh. Sobre una base comparable, los precios en Europa son ahora 6 veces más elevados que los precios en Estados Unidos. En el caso de la electricidad, el baseload alemán que sirve de referencia en Europa, se ha incrementado considerablemente hasta más de 150 euros/MWh en los contratos de futuros a un mes.
“Las subidas de precio del gas y de la electricidad están directamente relacionadas. Están vinculadas también a la subida del precio del carbón”, comentan los expertos de Lazard en un informe. En su origen, el problema viene de la escasez de suministro de gas en Europa, derivado de la disminución del abastecimiento de Rusia por motivos geopolíticos y económicos.
La tostada se encuentra ahora en las previsiones del mercado y de las compañías, además de sí, ante este escenario, hay fondos de inversión relacionados con el sector de la energía que han desarrollado un buen comportamiento.
“El choque actual es positivo para los productores de electricidad cuyos costes y producción apenas han cambiado (nuclear, hidroeléctrica y solar)”, comenta Bruno Cavalier, economista jefe de ODDO BHF AM. “También puede beneficiar a los gobiernos que reciben ingresos adicionales por el aumento de los precios del CO2 y que pueden reducir sus subvenciones a los productores de renovables”, expone como telón de fondo.
Con los precios regulados, ya sea en forma de topes o de un mecanismo de ajuste diferido, los márgenes de los distribuidores se reducen. “Las estrategias de cobertura han permitido repartir el riesgo entre muchos operadores, mientras que los consumidores, tanto los fabricantes como los hogares, son los perdedores, pero hay que tener en cuenta los mecanismos de absorción de impactos”, añade.
Los fondos que pescan en río revuelto
Es, frente a este paradigma, donde algunos fondos han sacado unos importantes réditos en los mercados. Los consumidores se han visto afectados de esta deriva inflacionaria en el espacio energético, pero no así determinados vehículos que beben de estas empresas que han aumentado considerablemente sus márgenes de beneficios con la coyuntura actual.
Uno de esos productos es el Schroder ISF Global Energy, de la gestora británica Schroders, que en 2021 acumula una rentabilidad del 63,94%. Es el fondo que más rendimiento ha ofrecido en lo que va de año dentro de su categoría.
Su objetivo no es otro que superar al MSCI World Energy, índice de referencia, apostando por valores de la industria de la energía. Y hasta ahora parece que lo ha hecho. Especialmente, apostando por compañías de gran tamaño en el ámbito europeo como BP, Royal Dutch Shell o BP, o Schlumberger, la mayor empresa del mundo de servicios a yacimientos petrolíferos; Devon Energy, dedicada a la exploración de hidrocarburos y Cimarex Energy, con especialización en la perforación de gas y petróleo de esquisto. Pero en su cartera también aparecen la firma italiana ENI y la española Repsol.
Mientras, el Pimco MLP & Energy Infraestructure emerge como uno de los grandes ganadores de la actualidad. Su retorno anualizado es del 55% al aprovecharse de que se focaliza en el sector energético estadounidense, mediante acciones y deuda de sociedades de participación limitadas (MLP por sus siglas en inglés) de infraestructuras energéticas.
Tiene un gran posicionamiento al precio de las materias primas y está expuesto a nombres como Energy Transfer, MPLX, Western Midstream y Enterprise Products.
De igual modo, el Guinness Global Energy, de la gestora Guinness AM, lleva en el presente ejercicio una rentabilidad acumulada del 53%. También, gracias a sus grandes resultados derivados de la inversión en compañías del sector del gas natural, petróleo, carbón o energías alternativas.
El producto dispone de una cartera de activos de una treintena de nombres con la misma ponderación para cada uno entre las que se hallan algunos de las petroleras de mayor tamaño en Estados Unidos, como es el caso de Exxon Mobil, pero también en empresas como Devon Energy, Gazprom, Ebridge, BP o Royal Dutch Shell.
Por último, el fondo Goldman Sachs North America Energy & Energy Infrastruture Equity Portfolio, sobresale dentro de esta categoría al ganar un 51,9% durante estos primeros meses del año. El vehículo se posiciona esencialmente en valores relacionados con MLPs de compañías energéticas de Norteamérica, como Targa Resources, Exxon Mobil, Oneok, Cheniere Energy, Williams Companies, Enbridge y Chevron.