Jefas ficticias que no nos gustaría tener en la vida real
Señoras, el mundo laboral está lleno de víboras. Todos soñamos con tener un jefe o jefa comprensiva, amable y educado. Que te deje ir de la oficina a la hora establecida en el contrato, que llegue con donuts por la mañana y que nos dé una buena propina en Navidad. Amigas, esto pasa sólo en The Office, y aun así no querrías tener a Steve Carrell de jefe. Ni a él, ni a estas maniáticas del trabajo:
Jefas ficticias que no nos gustaría tener en la vida real
Mindy Lahiri en ‘The Mindy Project’: el ego personificado
En la consulta de Mindy Lahiri todo es un circo. Verlo desde fuera parece divertido… pero vivirlo en carne propia quizá te haga acabar de psicólogos. Mindy es una doctora alocada, irónica y fashionista. A priori parece divertida y adorable, pero si trabajases para ella descubrirás su lado más políticamente incorrecto. Su incontinencia verbal hace de ella una majadera de primera: te sabrás toda su vida, sus líos, sus desencuentros y desamores, sus polvos más pasionales. Vamos, que te tendrá todo el día sentada en su despacho para contarte las últimas novedades de su vida que suelen ser… ninguna. ¡Pero le encanta recrearse! Lo peor de todo es que además se hará la víctima para que te sientas culpable y trasladará su desordenada vida a la tuya. Sin saber cómo, un día te encontrarás en su casa arreglándole un grifo, haciéndole la manicura o cuidando de su gato… Espera, no tiene gato. Querrá que supervises el sofá o cualquier otra tontería. ¡Ah! Tu vida no le interesa lo más mínimo.
Jefas ficticias que no nos gustaría tener en la vida real
Diane Lockhart en ‘The Good Wife’: cuando existe demasiada ambición
La siempre correcta abogada Diane Lockhart te dará lecciones moralistas de demócrata. Te enseñará su foto posando con Hillary Clinton. Está en contra del aborto, del maltrato animal y lucha en contra del racismo. Esto suena muy bien, pero hará su causa la tuDiane Lockhart en ‘The Good Wife’: cuando existe demasiada ambición
Diane
La siempre correcta abogada Diane Lockhart te dará lecciones moralistas de demócrata. Te enseñará su foto posando con Hillary Clinton. Está en contra del aborto, del maltrato animal y lucha en contra del racismo. Esto suena muy bien, pero hará su causa la tuya y te tendrá en el despacho de abogados currando hasta altas horas de la noche sin importarle tu contrato legal de ocho horas diarias. Si no le caes bien, te lo hará saber y, si de un día para otro te encuentras de patitas en la calle (a pesar de lo mucho que has trabajado), que no te sorprenda, es Diane Lockhart. Ni se te ocurra perder un caso, porque su ambición te hará desgraciada. ya y te tendrá en el despacho de abogados currando hasta altas horas de la noche sin importarle tu contrato legal de ocho horas diarias. Si no le caes bien, te lo hará saber y, si de un día para otro te encuentras de patitas en la calle (a pesar de lo mucho que has trabajado), que no te sorprenda, es Diane Lockhart. Ni se te ocurra perder un caso, porque su ambición te hará desgraciada.
Jefas ficticias que no nos gustaría tener en la vida real
Tilda Swinston en ‘Y de repente tú’: la editora que busca carnaza
La actriz está irreconocible ¿verdad? Lo cierto es que esta es la jefa sin nombre de la película ‘y de repente tú’. Amy Schumer (que hace de otra Amy) trabaja en una revista Life \& Style escribiendo artículos de entretenimiento que nada tiene que ver con el periodismo. Cuando vayas a la reunión de contenidos, Tina abrirá la boca durante todo el encuentro, después preguntará por tu opinión y, antes de que vayas a abrir la boca, ya te habrá vuelto a cortar. O tienes una idea que le guste mucho para un reportaje, o te tomará como una cualquiera. Claro que las ideas que a ella le gustan no suelen ser las más correctas. Si te coloca a ti el artículo de ‘Cómo sabe el semen después de beber zumo de piña durante un mes’, te aseguramos que querrá estudio empírico.
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Claire Underwood en ‘House of Cards’: codicia y poder
La mujer del Frank Underwood en la serie House of Cards tenía su propia empresa antes de pasar a ser la Primera Dama de Estados Unidos. Es fría y siempre mantiene la compostura, pero su hijoputismo no tiene nombre. De recursos humanos sabe mucho, pero le dará igual despedirte si tiene claro su objetivo de rentabilidad. Pasarás horas trabajando para ella y nunca se aprenderá tu nombre. No te sorprendas si un día te ve por la oficina y te pregunta ¿tú quién eres? Te aseguramos que no la quieres como enemiga, así que compórtate.
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Annalise Keating en ‘Cómo defender a un asesino’: ironías que no pillarás
Otra abogada despiadada y sin escrúpulos. Si es de las que no le importa defender a un asesino, imaginarás que tampoco le importará hacerte la vida imposible cuando se trata de sus ambiciones. Tampoco la querrás como profesora de derecho en la universidad. Tus esfuerzos no significan nada para ella y siempre tendrás mal planteado tu alegato final. Es con la que suspende el 80% de la clase. Y quizá nos quedamos cortos.
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Murphy Brown en ‘Murphy Brown’: la sociópata
Ella es la impetuosa reportera de la cadena FYI, en Washington DC. Su carrera lo es todo, antes que su vida social, su familia o sus amigos. Se pasa el día de aquí para allá buscando la noticia (suscitándola a veces). Como todas las periodistas descaradas, es deslenguada y enérgica. Competirá contigo hasta hacerte comprender que no puedes llegar a su nivel. Deseamos que ninguna secretaria caiga en sus redes, porque tiene una larga lista de ellas que han pasado por su despacho pero nunca está contenta con ninguna.
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Miranda Priestly en ‘El diablo viste de Prada’: el mundo de la moda
Ya sabemos que Maryl Streep puede interpretar todo lo que se le eche encima, incluso una despiadada y vanidosa directora de Runway, la revista de moda de más tirada en Nueva York. Sabemos que la industria de la moda es dura con todo el mundo, pero sin duda, nadie como Miranda Priestly como para hacerte entender que una talla 38 es de gordas, que la falda que te regaló tu madre es de hortera y que tu pelo estándar da asco. Cuando trabajes para una persona como esta, deberás ir impecable, lucir las marcas más prestigiosas del mercado y nunca parecer agotada. Pero no sólo eso, te hará trabajar como a nadie, porque si eres su ayudante o asistente, querrá que aprendas desde el minuto cero cómo quiere el café, a qué hora come, con quién se reúne… Parece fácil, pero no te lo dirá ella, tendrás que apañártelas tú solita. Puede que después de dos años te mire a la cara.
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