En el momento de terminar sus estudios universitarios, conseguir un trabajo que proporcione un sueldo alto suele ser una preocupación para los recién graduados. Especialmente en Estados Unidos, donde los jóvenes dejan la facultad debiendo de media 37.000 euros del crédito que pidieron al empezar para poder costearse los estudios. En este caso, un sueldo alto no es un capricho, sino una necesidad para mantener la cabeza fuera del agua.
Sin embargo, dejando a un lado las deudas que contraen muchos universitarios – especialmente al otro lado del charco -, menos de la mitad de los ‘millennials’ dan importancia a los ceros de su primer sueldo. Así lo ha demostrado la encuesta PwC Millennials Survey, de la que se extrae que tan solo el 44% de los integrantes de esta generación considera el salario un factor importante a la hora de aceptar una oferta de trabajo.
Así, un buen sueldo es algo necesario para unos, y valioso para otros. Sin embargo, existe un grandísimo porcentaje de ‘millennials’ que no consideran la retribución económica ni una cosa ni la otra, y ponen por delante los beneficios, el propósito del trabajo y la flexibilidad.
El proceso de priorizar distintos factores comienza incluso antes de que el ‘millennial’ en cuestión se encuentre con una oferta de empleo. En realidad, ya desde el momento en que eligen estudiar una carrera u otra están poniendo en una balanza sus prioridades. Por supuesto que hay grados universitarios que ofrecen mejores perspectivas salariales que otros, pero ni siquiera eso parece importarle demasiado a determinados ‘millennials’, que se fijan más en las oportunidades de crecimiento que promete cada una de ellas.
Por poner un ejemplo, Expert Market publicó recientemente un listado con las diferentes carreras ordenadas en función de las tasas de crecimiento salarial de cada una de ellas. En él quedaba patente que hay determinados estudios que ofrecen un salario inicial comparativamente elevado, pero que a continuación se estancan. En el otro lado de la moneda, otros ofrecen retribuciones más bajas a los recién graduados pero un aumento porcentual muy importante conforme se van sumando años de experiencia.
Esta ausencia de obsesión por el dinero comienza de forma precoz, y se mantiene una vez el ‘millennial’ está asentado en un puesto. Un reciente informe elaborado por Fidelity calcula que los jóvenes de esta generación están dispuestos a perder 7.400 euros al año de salario a cambio de un mayor equilibrio entre vida y trabajo. Además, al ser preguntados sobre si para ellos es más importante la retribución económica o la calidad de vida, el 58% se decantaron por la segunda opción.