¿Tienes un equilibrio entre tu vida y el trabajo?
Los ajustes vitales que hay que hacer en el paso de la universidad a la vida laboral pueden llegar a ser un shock importante. Adiós a aquellos tiempos en que te levantabas a las tantas, en los que podías sopesar si era absolutamente necesaria tu presencia en clase aquel día. Aquellos tiempos en los que tenías tiempo de practicar deportes y quedarte hasta tarde de copas con tus amigos, incluso entre semana. Pasar de esa relajada rutina a trabajar ocho horas al día es una transición a la que todo veinteañero se enfrenta tarde o temprano, por lo que no es de extrañar que el equilibrio entre vida social y laboral no se alcance a la primera. Es un balance delicado que lleva tiempo. Si te identificas con los siguientes ocho signos es porque aún no has logrado equilibrar la balanza.
¿Tienes un equilibrio entre tu vida y el trabajo?
1. Te duele todo
Un día es el cuello, el siguiente la cabeza, y al otro la espalda. Este tipo de dolores son un claro indicador de que algo no marcha bien, que te estás descuidando o que tal vez trabajas bajo demasiado estrés. Tu cuerpo te está recordando que necesita un descanso y algo de atención.
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2. Siempre estás cansado
Puede que ahora mismo te entre la risa cuando oyes en la tele que para rendir adecuadamente es necesario dormir ocho horas, ya que te parece algo imposible en tu situación. Sin embargo, el descanso no es algo para tomarse a guasa: esa fatiga persistente que sufres es tu cerebro diciéndote que no puede seguir operando y tomando decisiones sin el descanso necesario.
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3. Cada vez tienes menos paciencia
Cuando uno no tiene equilibrio entre su vida personal y laboral tiende a perder los nervios mucho más rápido de lo habitual. Si no te reconoces a ti mismo cuando hablas de malas formas a tus compañeros o cuando te irrita sobremanera lo lenta que va la cola en el supermercado, es el momento de tomar medidas.
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4. Te cuesta recordar la última vez que te divertiste
Cuando uno está estresado o demasiado focalizado en el trabajo es habitual que, de algún modo, pierda la noción del tiempo. Por eso es importante que reflexiones. ¿Cuándo fue la última vez que te reíste a carcajadas, que te pusiste al día con ese viejo amigo, que saliste a bailar o que pasaste un día entero haciendo algo que te gusta?
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5. Hace tiempo que no ves a tus amigos e incluso a tu familia
Sientes que algunas de tus relaciones personales comienzan a resentirse. Tu pareja te deja caer planes o te comenta que ya nunca pasáis tiempo juntos, tus amigos te echan en cara que desde que trabajas apenas te ven y tu ausencia ya comienza a ser una constante en las comidas familiares. Si la gente que quieres se queja de que ya nunca te ven es momento de replantearse quién merece tu tiempo.
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6. Tu espacio personal es un desastre
No es ningún secreto que el desastre exterior es solo un reflejo del desastre que reina dentro de nosotros mismos. Platos sin fregar, ropa sin tender, lavadoras sin planchar, bolas de polvo revoloteando de un lado al otro del pasillo como si del Lejano Oeste se tratara. Por no hablar de la mesa de tu oficina. Tal vez vaya siendo hora de poner tu vida en orden.
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7. Vives pegado al teléfono
Sientes que se espera de ti que estés disponible 24 horas, siete días a la semana. Te cuesta desconectar y sientes que nunca abandonas la oficina. Deslizar el dedo por la pantalla para actualizar tu bandeja de entrada se ha convertido en un acto reflejo que realizas incluso cuando te levantas a beber agua a las 4 de la mañana.
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8. Has dejado de tener claras tus prioridades
Cuando eras más joven y aún estabas en la universidad solías mirar con pena a la gente que vivía por y para el trabajo, y creías tener muy claro qué es lo verdaderamente importante en la vida. Sin embargo, ahora nada parece tan sencillo y te cuesta decir “no” a todo lo relacionado con el trabajo.
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