¿Qué clase de niño fue Bill?
Leía todos los libros que caían en sus manos: enciclopedias, ciencia ficción… lo que se te ocurra. Yo estaba muy emocionado de que mi hijo fuera un lector tan ávido, pero leía tanto que su madre y yo tuvimos que poner una regla: “nada de libros en la mesa a la hora de cenar”.
¿Cuándo comenzó a interesarse por el mundo de los ordenadores?
Desde muy pronto. Su primer contacto lo tuvo en la escuela, cuando las madres de los alumnos recogieron dinero para pagar un dispositivo que conectaba un ordenador a través de la línea telefónica. La intención era que los maestros lo emplearan en sus clases, pero se registraron algunos errores y al final se descartó su uso. Bill era parte de un grupo de estudiantes de matemáticas que fueron invitados a probar el sistema y aprender cómo funcionaba.
Debía tener 13 años por entonces, y aquella experiencia le enganchó para siempre. Creo que fue poco antes cuando le preguntaron en una encuesta qué quería ser de mayor. Bill marcó la casilla de ‘astronauta’ y también la de ‘científico’.
¿Cómo era su actitud ante la vida?
Mientras crecía, sentía una gran curiosidad por saber cómo funcionaba el mundo, y desarrolló sus propias ideas acerca de los negocios, la vida, los asuntos internacionales y lo que el futuro podría deparar. Nunca imaginé que el chico sentado a la mesa frente a mí y con el que frecuentemente debatía, un día sería mi jefe, pero aquí estamos.
¿Tuvo algunos trabajos antes de ir a la universidad?
Cuando estaba en el último año de la escuela secundaria, Bill se dio un descanso de las clases para trabajar en el departamento de programación de una central eléctrica.
Su madre y yo hablamos con el director de la escuela y los tres estuvimos de acuerdo en que el trabajo sería una forma práctica de aplicar sus habilidades e intereses. Recuerdo todavía cuando Bill me dijo que él y un tal Paul Allen, que también trabajaba allí con él, se quedarían trabajando en el código para el sistema de gestión de la red eléctrica.
¿Cómo se sintió cuando Bill le anunció que iba a abandonar sus estudios en Harvard?
No puedo decir que no estaba preocupado. Pero por aquel entonces yo no era ya un factor definitorio en esas decisiones. Bill tenía sus propias ideas acerca de cómo quería alcanzar su metas, y desde luego el proyecto de negocio que había puesto en marcha con Paul Allen resultaba muy exigente.
Es verdad que abandonar la universidad no era precisamente lo que mi esposa y yo habíamos imaginado para cualquiera de nuestros hijos, pero Bill parecía saber perfectamente lo que estaba haciendo.
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