El capital privado se utiliza como una palanca de financiación que va desde el inicio de una startup, su consolidación como pyme e, incluso, la expansión de una empresa grande. En buena parte de los casos financia proyectos innovadores. José Manuel Villanueva es consejero de Health Engineering, una spin off de la Universidad de Jaén que ha desarrollado FractalMed, un biomarcador para la detección precoz de la esclerosis múltiple. “La semilla inicial del proyecto la financiamos con nuestros recursos. La siguiente fase fue a través de familiares y de nuestro entorno más cercano, al que se unió parte de la familia Carbó. Esto constituye nuestro capital semilla”, explica Villanueva a Forbes.
La experiencia de Fernando Cabello-Astolfi, CEO de Aplazame, una fintech de financiación de pagos, es similar. La fase inicial la financiaron con lo que se conoce como 3Fs: Family, friends, fools (familia, amigos, locos). “Sin un estado de madurez suficiente, pocos confían en una idea arriesgada”, apunta Cabello-Astolfi. En su caso, el business angel se llama François Derbaix, que además es cofundador de la compañía. “Su involucración ha sido, y sigue siendo, muy alta desde el inicio y ésta es una de las razones del éxito de Aplazame: contar con alguien como Derbaix”. Después, en las primeras fases del crecimiento, entra el venture capital. En su caso, fue el grupo Cabiedes Partners.
“En España, el venture capital es un sector relativamente joven. El ecosistema startup tiene unos diez años de vida, y en este periodo ha habido un crecimiento sostenido de actividad, tanto en creación de compañías como en constitución de fondos especializados en estas inversiones”, explica Carlos Trenchs, director general Caixa Capital Risc, presidente del comité Venture Capital, de Ascri.
Tecnología y escalabilidad
¿Cuál es la estrategia para convencer a un inversor? “Probar que el negocio es escalable resulta básico para ser atractivo para los inversores. Al crecer, hay que tener capacidad de atraer el mejor talento, y esto resulta un esfuerzo ingente. También nos obsesiona tener el mejor equipo, el mejor producto, los mejores inversores”, apunta Cabello-Astolfi. “El capital venture invierte recursos y atrae talento”, añade Carlos Trenchs.
El Grupo Caixa ha puesto el foco en los entornos más dinámicos. “De 180 empresas participadas, más de la mitad están en los sectores TIC y digital, y el resto, en industrial y ciencias de la vida”, explica Trenchs.
En private equity cuenta no sólo la tecnología, sino el volumen y la capacidad de crecimiento. N+1 Private Equity opera en el segmento midmarket y su foco está en empresas con un valor de entre 100 y 400 millones. “Estamos notando un cambio de percepción por varios factores: la propia maduración del sector, ya que el capital privado lleva ya algunos años y ha adquirido más notoriedad”, explica a Forbes Gonzalo Rivera, CEO de N+1 Private Equity.
Nuevo modelo
“El denominado ‘capital privado’ es fundamental para el desarrollo de las pymes”, dice Javier Ulecia. Pero afronta retos: “Es todavía un gran desconocido. Lo perciben como una fuente de financiación más que como un socio a medio plazo. El capital privado aporta estabilidad, no solo financiera, sino de gestión, lo que le permite acometer la expansión geográfica“, dice Gonzalo Rivera.
Hay que “aumentar el peso de la financiación privada: en los grandes países de nuestro entorno, del 25% al 30% de capital privado viene de grandes fondos de pensiones. En España es apenas el 5%. Si se llegara a la mitad de nuestro entorno, ya serían miles de millones al año; más de lo que pone el capital público en el sector”, añade Ulecia.
¿Por qué riesgo?
En Francia, capital investissement; en Reino Unido, venture capital y prívate equity; en Alemania, beteiligungskapital; en España… ‘capital riesgo’. Desde que el 14 de marzo de 1986, el Real Decreto Ley 1/1986 reguló el sector, la palabra ‘riesgo’ es su apostilla. Pero, ¿por qué riesgo? “España es el único país del mundo en el que la palabra riesgo aparece en la actividad”, lamenta Javier Ulecia, socio fundador de Bullnet Capital y presidente de la asociación que aglutina al sector, Ascri.
También en 1986 surgió la Asociación Española de Entidades de Capital Riesgo (Ascri). En realidad, el sector arrancó diez años antes. En octubre de 1976, la francesa Sofinnova, junto con Banco de Bilbao y otras 16 entidades, fundaron la Sociedad de Financiación de la Innovación (Sefinnova); y en 1983 se fundó la Sociedad Bancaya de Promoción Empresarial (SBPE), del grupo Banco de Vizcaya.
En este periodo, el sector ha cambiado radicalmente. En 1987, en España se hicieron 121 operaciones de capital riesgo por 46,4 millones de euros. En 2015, se han quintuplicado las operaciones hasta 632 y el importe de la inversión se ha multiplicado por sesenta, hasta 2.939 millones de euros, según datos de Ascri.
Pero en el sector apuestan más por la definición ‘capital privado’ que por ‘capital riesgo’. “No representa fielmente nuestra actividad. Nos penaliza frente a otras muchas modalidades de inversión, que tienen tanto o más riesgo que lo que hacemos”, añade Ulecia a Forbes. Por eso, aunque mantienen el acrónimo Ascri, este año han decidido cambiar la denominación ‘Capital Riesgo’ por ‘Capital, Crecimiento e Inversión’.