Razón 1: Dinero
Los perros no son baratos, pero no son tan caros como un bebé. Los costes sanitarios ligados al embarazo y al parto, y la posterior vida que se le quiera ofrecer a un nuevo miembro de la familia son más costosas que mantener a un perro. Uno de los motivos que explica el retraso de esos “momentos cruciales de la vida” es la falta de recursos y medios de los millennials de hoy en día y un bebé no agilizaría los procesos.
Razón 2: Libertad
Las mascotas necesitan cariño y atención, pero no tan constante como un niño humano. No se considera una práctica abusiva (o ilegal) dejar a un cachorro solo en casa mientras se va al trabajo. Sin embargo, unos padres no pueden hacer eso con su niño. Los bebés tienen que estar vigilados todo el tiempo. Por lo que, pasada la temporada de maternidad o paternidad, es necesario contratar a una persona que pueda hacerse cargo del bebé durante la jornada laboral. Una mascota ofrece mucha más libertad.
Razón 3: La educación
Criar a una mascota ayuda a las parejas a aprender cómo será educar a un bebé. Da ideas sobre cómo ser padres. Los que tienen cachorros sufrirán los mismos lloriqueos y aullidos por las noches que los que tienen un bebé, tendrán que cuidar la alimentación delicada de la mascota y ser muy cuidadosos con su higiene.
Por supuesto, los perros y los bebés no son los mismos. Pero para los que están en una fase de la vida, donde la idea de alimentar a un niño parece demasiado complicada o económicamente estresante, una mascota es una compañera perfecta.