Desde que Arabia Saudí logró en 1970 ser el mayor productor de petróleo del mundo, el Reino ha jugado muchos juegos para dominar este mercado. A veces era un productor en movimiento, llenando lagunas ocasionales creadas por el déficit de producción de los principales productores de petróleo para calmar el mercado. Otras veces, ha usado el petróleo como un arma contra los países con los que no estaba de acuerdo en su política de Oriente Medio. Esto sucedió durante el embargo del petróleo 1973-1974, que fue un intento de castigar a los países que se pusieron del lado de Israel, incluyendo su propio “amigo”, Estados Unidos.

Recientemente, Arabia Saudí ha participado en el juego de la competencia despiadada por negarse a recortar la producción de petróleo y eliminar un exceso de oferta en el mercado, causado por la demanda de petróleo débil y una mayor producción gracias al fracking estadounidense y al regreso de Irán al mercado del petróleo.

Pero hay una gran diferencia en esta ocasión. Estados Unidos, no Arabia Saudí, es el mayor productor de petróleo del mundo. Esto significa que a menos que Arabia Saudí se las arregle para conducir el fracturación hidráulica estadounidense fuera del mercado del petróleo, no podrá participar en estos juegos ni impulsar los precios del petróleo por delante de la salida a bolsa de Aramco (empresa estatal de petróleo y gas con sede central en la ciudad de Dhahran, Arabia Saudí).

Es por eso que Arabia Saudí ha ideado un nuevo juego para confundir a los comerciantes de petróleo y a los inversores antes de hacer su siguiente movimiento. Aunque no está claro si Arabia Saudí tendrá éxito en este juego, una cosa está clara: la volatilidad en el mercado del petróleo continuará.

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