Aunque los anuncios en la televisión, el marketing directo o los spots en radio sigan siendo efectivos y utilizados por las marcas, el actual marketing no se puede considerar una herramienta con en la concepción tradicional de la palabra. Ya no consiste tanto en atraer a los consumidores hacia la marca, más bien en dejar que el consumidor decida y sea, por sí mismo, quien decide consumir esa marca entre tanta competencia
En este nuevo panorama, surgen ciertas preguntas. ¿Por qué el marketing moderno se ha desviado tanto del tradicional? Y, lo que es más importante, ¿cómo podemos sacarle partido al nuevo marketing?
La patente desconfianza en la publicidad y las corporaciones
Los compradores actuales tienen una visión más ampliada del mercado y de las corporaciones que en él se encuentran. Tras la crisis económica, la desigualdad en los ingresos y la mala actuación de muchas de las empresas más importantes, han hecho que el público general demande mayor información y transparencia con la que poder recuperar la confianza perdida. Además, en esta última década el bombardeo de publicidad ha sido extremo, creando así el hartazgo de la mayoría de los consumidores. Con ello, se han tenido que buscar nuevas estrategias con las que devolver autoridad y notoriedad a las empresas que siguen siendo activas en el mercado.
Compradores automotivados
Los compradores actuales están expuestos a un volumen de información como nunca antes lo habían estado. Una búsqueda rápida en Google te puede dar todas las respuestas a las preguntas que tienes sobre un producto, sobre su marca y todas las consideraciones que debes plantearte antes de la decisión de compra. El 81% de los consumidores realizan este tipo de búsquedas antes de abrir la cartera. Este nuevo hábito cambia por completo el entorno en el que el marketing debe operar. El público se ha convertido en activo y funciona con autoridad ante los productos que hay en el mercado, reforzando así el nuevo concepto y enfoque del marketing.