1. Recuérdate a ti mismo que puedes irte
Legalmente puedes dejar el trabajo en cualquier momento. Otra cosa es que creas que no puedes (porque no puedes permitírtelo económicamente o porque va en contra de tu ética de trabajo dimitir tan pronto), pero técnicamente sí puedes. No es que te estemos animando a abandonar prematuramente, pero creemos necesario recordártelo porque parte de la ansiedad que sientes puede venir de sentirte atrapado o sentir que no tienes opciones. Y lo cierto es que sí las tienes, y es por eso que puedes irte. Aunque por el momento decidas quedarte, recuerda a ti mismo ese poder.
2. Replantéate la situación cada tres meses durante el primer año
Ahora que has decidido darle una oportunidad al puesto, concéntrate al cien por cien en el trabajo durante al menos tres meses. Cuando transcurra ese plazo, reflexiona y date otros tres meses para volver a replantearte tu situación. Pero una vez que decidas si te vas a quedar o vas a irte, dalo todo durante ese tiempo y no gastes energía innecesariamente en comerte el tarro. Hazlo de esa manera durante tu primer año en la empresa, porque un mes o dos no son tiempo suficiente para saber si de verdad encajas en ella. Concéntrate en sentirte a gusto durante los primeros meses, porque la inevitable sensación incómoda de comenzar en algo que no dominas puede nublar buenas oportunidades, así que mantén tu mente abierta. Eso sí, este beneficio de la duda debe terminar en cuanto tengas indicios de algún comportamiento ilegal o que no encaja con tus valores: para eso no hay remedio.
3. Trata de identificar la fuente de tu insatisfacción
La única forma de mejorar tu situación es identificar claramente qué es lo que hace que no te sientas a gusto en tu nuevo puesto. El resultado de esta búsqueda puede terminar buscando otro trabajo pero, aunque finalmente decidas irte, es importante que sepas qué es lo que ha ido mal para que puedas evitarlo la próxima vez. Por ejemplo, ¿estás llevando a cabo el rol que esperabas u otro totalmente distinto? ¿Tu jefe y compañeros de trabajo son como te los pintaron en la entrevista o de otra forma? ¿Son tus tareas demasiado complejas?
4. ¿De quién es la culpa?
Este paso es el más intuitivo. Sé sincero contigo mismo y pregúntate de quién es la culpa. ¿Es tuya, por resignarte a un trabajo que no querías por necesidad o comodidad? ¿Es de la compañía o de alguien en particular, por incumplir las promesas que te hicieron al hacerte la oferta?
5. Prepárate económicamente para una posible marcha
Poder permitirte económicamente dejar tu trabajo es la mejor forma de tomar la decisión más conveniente para ti. Resiste la tentación de derrochar y empieza a ahorrar mientras tomas la decisión. Si finalmente decides quedarte, podrás usar ese dinero para irte de vacaciones de todos modos.
6. Comienza a buscar otro trabajo
Mantente activo en LinkedIn, InfoJobs o Jobandtalent y continúa inscribiéndote en ofertas de trabajo. Tal vez encuentres algo que te quite todas las dudas sobre si quedarte o irte.