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El gran negocio de las alcahuetas digitales

Qué anodino el gesto de deslizar la foto de una persona a la derecha, si te gusta, a la izquierda si no. Qué sencillo abrirse una cuenta en una web de citas. Pocos se paran a pensar que detrás de todos estos pantallazos hay un negocio, bien engrasado y basta un ejemplo: una de las mayores compañías del sector ha aportado más valor a sus accionistas en los últimos años que la todopoderosa Microsoft. Y es que el amor o el sexo son negocios redondos. ¿Quién no tiene un amigo o amiga que esté en Tinder o en Badoo? O, confesemos, ¿quién no se ha descargado alguna vez la aplicación aunque solo sea para ver lo que allí se cuece? Nos parece muy moderno eso de ligar desde el móvil, mientras vamos en el metro o tumbados en el sofá una tarde de domingo, pantuflas en los pies y batamanta como vestimenta.

Y sin embargo, lo de interaccionar con otros, en busca de amor o de sexo, según los objetivos, ya tiene sus años. Y no solo es que tenga sus años, es que también es un negocio jugoso: IAC, InterActiveCorp, el conglomerado líder de este sector, facturó (con el total de sus negocios) 3.110 millones de dólares en 2014. Tiene un 22% del pastel, con webs para mormones, gente de color, jóvenes, maduros… Pero vayamos por partes.

La primera ‘máquina’ casamentera de la historia apareció en un proyecto fin de carrera en 1959 en la Universidad de Stanford, en EE UU. Ese año, dos ingenieros plantearon un proyecto con nombre de planificación familiar: Happy families planning service. A través de un IBM modelo 650 emparejaron a 49 hombres con 49 mujeres. Posteriormente hubo otro servicio de este tipo, en Harvard: el denominado Operación Match. Creado por Jeff Tarr, un joven cansado de no conseguir pareja, emparejaba a la gente basándose en un cuestionario que vendía por el módico precio de 3 dólares. En apenas unos meses unas cien mil personas habían contratado sus servicios. Y el último servicio de este tipo fue el proyecto Tact (acrónimo de Technical Automated Compatibility Testing), tan exitoso que incluso aparecía en la publicidad de la época (inicio de los años sesenta). Diseñado por un contable y un desarrollador informático, la idea era emparejar a personas a través de un algoritmo. Los pretendientes respondían a un cuestionario de más de cien preguntas de temáticas muy diversas. Por ejemplo, las mujeres debían elegir dónde preferían encontrar a su media naranja: si cortando madera, pintando un lienzo en un estudio o trabajando en el garaje. Las respuestas se transferían mediante una tarjeta perforada a un ordenador, que tras aplicar el algoritmo, proponía las parejas.

El despegue del dating online llegaría en los noventa, con la aparición de la primera web de citas, Match, en 1995. A ésta le seguirían Meetic, Badoo, eDarling… Aunque ha llovido desde el proyecto Tact, casi todas estas webs siguen apoyándose en algoritmos para buscar a la persona más compatible con los gustos de cada cual (otra cosa es que funcionen). También lo hacen algunas aplicaciones, las últimas en llegar al mercado del ‘ligoteo’ online, como es el caso de la estadounidense OkCupid, fundada por matemáticos y que cuenta con una de las mayores bases de datos sobre los las preferencias y conductas de hombres y mujeres cuando ‘salen de pesca’ por los mares 2.0.

Soluciones para una necesidad

Si algo pone de manifiesto el desarrollo de este sector en el que surgen nuevas herramientas como champiñones, es que la necesidad de sexo o de amor es indisociable del género humano. Y en sociedades occidentales, en las que cada vez hay más singles (más de 7,6 millones de solteros solo en España) y menos tiempo para ‘interactuar’ con otros, estas herramientas son la solución idónea para conocer gente con el mínimo esfuerzo. ¿Qué significa todo esto? Que la búsqueda de la ‘media naranja’ o del sexo casual de una noche son un apetecible nicho de mercado.

Estas empresas ganan dinero de las suscripciones de los usuarios, de los ingresos publicitarios y de vender los datos (aunque no lo reconozcan abiertamente) que sus clientes ceden cuando abren una cuenta (y mejor no intentar discernir las cláusulas de privacidad porque puede inducir a dolor de cabeza). Se espera que las webs de citas y contactos facturen, solo en EE UU, 1.170 millones de dólares este año, mientras que las aplicaciones se apuntarían 628 millones según IbisWorld.

De la pantalla del PC a la del móvil

¿Pagar por ligar en internet? Puede llamar la atención, sobre todo cuando Tinder ha revuelto los cimientos del sector por su gratuidad y porque no hay cuestionario para emparejar a las personas: basta con la imagen. Pero hasta que desembarcó en el sector, en 2012, el resto de webs de dating eran (y son) de pago. Hay suscripciones mensuales, trimestrales… viene a ser como cualquier otro servicio, de películas o de música, salvo que aquí se ofrecen personas a la carta. Meetic, por ejemplo, cobra 35 euros al mes, o 18 si se contrata un trimestre. También hay suscripciones anuales, más económicas. Incluso Tinder, gratuita hasta principios de 2015, incluyó funciones de pago ese año. Y es que, ¿por qué no exprimir a la gallina de los huevos de oro? Un 24% de sus usuarios habría suscrito el servicio premium, según Globalwebindex, que representa 1,99 euros mensuales para los menores de 30 años y 14,99 para los mayores de esa edad. “Un 5% de los usuarios de internet reconoce pagar por servicios de dating, según datos de diciembre pasado. En España la cifra es de un 3%”, afirma Felim McGrath, de GlobalwebIndex.

Lo que se ha visto desde la aparición de los smartphones y de herramientas creadas exclusivamente para este soporte (Tinder, Pof, OkCupid…) es que ha habido una migración de usuarios de las webs a las aplicaciones, aunque las primeras no lo reconozcan: se pasa de ligar vía la pantalla del ordenador a hacerlo a través del móvil, lo que ha llevado a empresas que solo tenían web a crear su propia aplicación. Si se puede buscar aparcamiento libre desde el móvil, encargar la colada o pedir un taxi, ¿por qué no buscar plan para la noche del sábado? De 34 países encuestados, un 7% de usuarios de internet entre 16 y 64 años reconoce usar apps de citas, según GlobalwebIndex. “En España, la cifra es del 6%”, comenta McGrath.

Pero como cada vez son más los actores en el mercado, también cada vez es más difícil sacar tajada sobre todo porque al usuario, como en todo, no le gusta pagar: solo una quinta parte de los clientes de apps paga por ellas, según las encuestas de GlobalwebIndex. “Los datos muestran que la mayoría es reticente a pagar por servicios apps, es casi seguro que van a tener que seguir manteniendo como gratuitos la mayoría de sus servicios y financiarse a través de la publicidad”, afirma Jason Mandler, de GlobalwebIndex.

El alto valor de Iac

La que está extraordinariamente bien posicionada es Iac, InterActiveCorp, conglomerado de empresas americano que posee Meetic, Match, Tinder, OkCupid así como una miríada de empresas digitales: Vimeo, HomeAdvisor, ask.com… hasta 150 marcas. Es la empresa que más valor ha creado para sus accionistas en los últimos 20 años, según publicaba recientemente la prensa estadounidense, por delante de Disney o de Microsoft. De haber invertido 1.000 dólares en la compañía en 1995, hoy esa modesta cantidad se habría convertido en cerca de 16.000 (considerando que se hubieran reinvertido los dividendos). Comparativamente, si esos mil dólares se hubieran invertido en un fondo que replicase el índice Nasdaq, el resultado total hoy en día sería de casi 5.000 dólares. ¿Conclusión? Lo del mercado online de la ‘carne’ y el resto de negocios de este grupo son un negocio redondo…

Detrás, el buen olfato de su propietario, Barry Diller, quien mantiene un perfil bajo, al igual que otros nombres de la lista Forbes (se le estima un patrimonio de 2.500 millones de dólares). Diller se ha dedicado desde 1995, fecha en la que fundó la compañía, a ir acumulando negocios digitales bajo el paraguas de un único grupo: es decir, todos juntos pero no revueltos, porque las compañías son independientes. Y lo último ha sido sacar a Bolsa una de sus filiales más jugosas, Match Group, curiosamente, la que engloba todos los negocios de las citas online. Iac tiene un 22% de este pastel, por detrás estaría eHarmony, con un 14% y después, Zoosk, con un 5%.

La compañía ha entendido que los usuarios de estas herramientas son infieles y no nos referimos solamente a que les cueste mantener una pareja sino que suelen ‘picotear’ de varias webs y apps al mismo tiempo así que, ¿qué mejor forma de tenerles ‘controlados’ como clientes que teniendo varias de estas empresas? El usuario entrará en este mercado de la mano de Tinder, por ejemplo, diseñada como un videojuego, viral, la herramienta resulta tan divertida que rompe los tabúes de aquellos que no se imaginaron nunca en una red de citas porque es casi un juego. Después, pasados unos años, ese mismo cliente irá a OkCupid, o a Meetic, para finalmente, acabar buscando pareja en Ourtime, la web para mayores de 50 años. De esta forma, el conglomerado estadounidense –cuyo moderno cuartel general diseñado por Frank Gehry se localiza en el barrio neoyorquino de Chelsea– habrá controlado a sus parejas, largas o esporádicas, desde su más tierna adolescencia hasta la senectud.

Pero Diller ha sabido entender también que en la especialización está el negocio: las necesidades de los mormones no son necesariamente las mismas que las de un usuario de Tinder y quizás tampoco sean como las de una persona de 70 años…. Y por eso Match Group posee distintas marcas: BlackPeopleMeet; OurTime (para mayores de 50 años), Tinder, para los públicos más urbanitas… La compañía está presente en 190 países, de hecho se hicieron con buena parte del mercado europeo cuando adquirieron Meetic, de origen francés. Porque habrá diferencias culturales entre los pueblos, pero está claro que los instintos primarios son similares: China, por población, ocupa la primera posición en el ranking de usuarios de internet que recurren a estos servicios. Le siguen Filipinas, Tailandia, Brasil, México, India…

Los ingresos de la filial de las citas online crecieron un 19% en el tercer trimestre de 2015. En 2014 facturaron 3.110 millones de dólares, con un beneficio neto que superó los 414 millones. Aproximadamente un 20% del negocio de Match Group salió a bolsa en noviembre del año pasado, captando alrededor de 400 millones de dólares, lo que les va a permitir seguir creciendo para llegar a públicos aún más variopintos porque ya se sabe que no solo de pan vive el hombre… También necesita amor. O sexo.

ILUSTRACIÓNES FER VALLESPÍN