Primera razón: Tu definición del mercado. Cuando estás construyendo un producto puedes quedarte tan absorto en los detalles, que te olvides del panorama general. Es importante expandir la visión de lo que constituye la competencia para que realmente entiendas el mercado en el que operas. Esta perspectiva te ayudará a conectar con tus clientes, redefinir vuestro mensaje y explicar por qué vuestra solución es superior.
Segunda razón: Estás por delante del mercado. En este caso, la ausencia de competencia directa se debe suplir con la innovación de tus estrategias y con la educación a tus clientes. Puede que tu innovadoras tácticas no encajen o no se entiendan con los conceptos establecidos.
Tercera razón: No tienes un producto o servicio que la gente quiera. Esta es la razón más difícil de aceptar. La gente simplemente no quiere lo que ofreces y tienes que aprender a hacerle frente a la situación. La clave es mantener una mente abierta y ser conscientes de lo que tienes, sabiendo los desafíos a los que te vas a enfrentar.