Tu sueldo actual o anterior. Seguramente no te lo pregunten de forma directa e introduzcan la conversación con un “¿cuál es su objetivo salarial?”. Cuidado, es una trampa. Les parezca alto o bajo, te preguntarán por tu sueldo actual o tu último sueldo. Dile que mostrarás tu nómina si te muestra la nómina que tendrías.

Qué empresas te han entrevistado o van a hacerlo. Al igual que en ninguna empresa el reclutador te hablará del resto de candidatos, tú tampoco debes hablarle del resto de entrevistadores. Quizá pienses que contándolo pareces un candidato deseable, pero después te preguntarán qué oferta/s te han hecho. Evítalo.

El salario más bajo que aceptarías. Respondiendo a esta pregunta fulminas tu poder de negociación salarial. No pongas todas las cartas sobre la mesa, siles que si quieren saberlo, que te hagan una oferta. Mejor pecar de avispado que de ingenuo y acabar vendiéndote por un sueldo que podría haber sido más alto de haberte callado.

La edad que tienes. La edad no tiene que ver, generalmente, con tu capación para un puesto. Cada persona tiene una formación, una experiencia y unas habilidades determinadas que no son, por supuesto y casi nunca, inherentes a su madurez.

Cuánto tiempo llevas buscando empleo. Responde que desde que acabaste tu último trabajo. Puede que hayas estado asesorando y da igual si no cobraste, eso a ellos no les importa, para ti fue una experiencia profesional. No tienes que parecer desesperado por encontrar un empleo, pueden aprovecharse de eso para rebajar condiciones.