Los cambios políticos y normativos han contribuido a que 2025 sea un año turbulento para las cuestiones relacionadas con los criterios ESG –environmental, social and governance; medioambientales, sociales y de gobernanza.
Por un lado, el drástico cambio de postura del Gobierno de los Estados Unidos ha frenado innumerables iniciativas climáticas y de inclusión social, y el propio término ESG se ha convertido en un tema candente en el ámbito político.
Por otro lado, muchas economías avanzadas han experimentado un progreso continuo en las regulaciones destinadas a garantizar que las empresas contribuyan a construir un futuro más verde y equitativo.
Entonces, ¿el año 2026 traerá consigo una mayor división o el comienzo de los esfuerzos para salvar esta fractura? ¿O acaso la catástrofe climática y el impacto de ignorar la inclusión social demostrarán que los ESG no son una elección política, sino una necesidad empresarial real?
Echemos un vistazo a mi lista de las principales tendencias ESG para 2026 e intentemos averiguarlo:
- ESG y las turbulentas corrientes políticas
En la actualidad, las empresas que operan en la mayor economía del mundo se enfrentan a un panorama confuso en cuanto a la actitud del público, la regulación y los cambios en la opinión política. La retórica política contraria a los ESG está creciendo, mientras que, al mismo tiempo, estados clave como California siguen introduciendo nuevas regulaciones. En Europa, la creciente popularidad de los partidos populistas de derecha también está creando una narrativa de desconfianza y desilusión con la transición hacia las energías verdes y las agendas impulsadas por la justicia social. ¿Es este el fin de los criterios ESG? Sin duda, no creo que sea así. En los últimos años, muchas empresas han demostrado las claras ventajas de adoptar una postura progresista en cuestiones medioambientales y sociales. Creo que en 2026, aquellas que se centren en lograr avances cuantificables hacia los objetivos ESG, independientemente de los obstáculos políticos, seguirán creciendo.
- La ética de la IA se une a la puntuación ESG
Con la inteligencia artificial (IA) integrada en los negocios y la vida cotidiana, los clientes, los inversores y los reguladores consideran cada vez más que el uso responsable de la IA es un elemento esencial del buen gobierno. Especialmente en sectores muy regulados, como el financiero y el sanitario, es de esperar que las organizaciones se enfrenten a más obligaciones de informar sobre la transparencia y las medidas de protección que están aplicando para evitar que la IA cause daños sociales o medioambientales. Esto requerirá que quienes supervisan los informes ESG desarrollen una comprensión más profunda del potencial de sesgo algorítmico, ya que las partes interesadas esperan un mayor nivel de divulgación en 2026.
- Acciones reales, no promesas vacías
Las afirmaciones falsas, exageradas o engañosas sobre la sostenibilidad se consideran desde hace tiempo un problema cada vez más grave. En 2026, asistiremos a una reacción contra este engañoso «lavado de cara verde», a medida que aumente la concienciación de los consumidores y los legisladores se pongan al día. Normativas como la Directiva sobre declaraciones ecológicas de la UE obligarán a las empresas a respaldar sus credenciales, mientras que los clientes e inversores conscientes se sentirán cada vez más rechazados por las empresas cuyos mensajes ecológicos no se correspondan con su rendimiento real. El año que viene y en adelante, las empresas tendrán que respaldar sus afirmaciones con datos si no quieren arriesgarse a sufrir sanciones, demandas y, lo que es más perjudicial, la pérdida catastrófica de la confianza de los consumidores.
- Supervisión y presentación de informes ESG mejorados con IA
Dado que los datos ESG son cada vez más complejos y que los reguladores, los clientes y los inversores esperan una mayor definición, las herramientas de análisis y presentación de informes mejoradas con IA están demostrando rápidamente su valor. Grandes compañías, como IBM y Salesforce, han lanzado productos destinados a facilitar a las empresas la medición de su huella de carbono y a ofrecer a las partes interesadas una mayor transparencia, lo que permite obtener información y realizar auditorías en tiempo real. Esto facilitará a las empresas respaldar sus credenciales y protegerse contra las acusaciones de lavado de imagen, así como a los clientes ver cómo las empresas se alinean con sus propios valores.
- Las economías circulares se generalizan
Las empresas están reorientando el ciclo de vida de sus productos, alejándose de los modelos de desecho y sustitución, que generan residuos, y acercándose a una filosofía de «reparación, reutilización y reciclaje». Esto se debe a que los clientes demandan cada vez más productos que no solo duren más, sino que estén fabricados desde el principio para fomentar un comportamiento sostenible. En 2026, esta circularidad se convertirá en parte integral de las métricas de los informes ESG, y se espera que las empresas demuestren una mejora en la reducción de residuos y en los procesos de fin de vida útil para una gama cada vez mayor de productos. Esto no solo es bueno para el planeta, sino que también es una buena práctica empresarial, ya que permite reducir los costes de los materiales y crear nuevas fuentes de ingresos, como los servicios de reventa y reparación.
En 2026, los ESG no habrán desaparecido, sino que seguirán evolucionando. Cada vez se trata menos de palabras vacías y promesas grandilocuentes, y más de aprovechar la tecnología para impulsar un progreso real. A pesar de la resistencia política, seguirá siendo más inteligente, más basado en datos y más regulado. Esto significa que las empresas que deseen posicionarse como líderes y generar un crecimiento real deben seguir yendo más allá de lo convencional, incorporando la IA en las estrategias ESG y continuando con el desarrollo de prácticas éticas y socialmente responsables.
