Bajo el lema HumanX: Liderazgo exponencial congregaron a un grupo de expertos para activar conversaciones estratégicas, catalizar la colaboración y ofrecer herramientas prácticas para anticipar disrupciones, aplicar tecnologías de manera ética y guiar procesos de cambio con impacto real.
La bienvenida e introducción a la jornada corrió a cargo de Ignacio Quintana, CEO de Forbes: “Estamos en un momento de incertidumbre, de absoluta disrupción, en el que se está produciendo un cambio tecnológico a una velocidad impresionante”. A lo que añadió: “Esta jornada nos va a ayudar a saber dónde estamos, y qué necesitamos aprender y, sobre todo, desaprender, para conseguir una mayor adaptación”.
Después de estas palabras, cedía el turno a David Colomer, CEO de IPG Mediabrands, que insistía en que “vivimos un cambio de era marcado por la velocidad tecnológica y la escasez de atención humana. El verdadero reto no está en dominar la tecnología, sino en mantenernos profundamente humanos en su uso. La IA amplifica lo que somos, y solo cultivando culturas de confianza, colaboración y propósito podremos asegurar que esta transformación nos refuerce como organizaciones y como sociedad”.
Asimismo, señalaba que esta revolución tecnológica está transformando el modo de ejercer el liderazgo, la innovación con propósito y la forma de pasar de la reflexión a la acción. “Según cómo afrontemos el cambio, podremos llevar a las organizaciones hacia un futuro superhumano o deshumanizado. Y ninguno de los extremos es bueno”, subrayó. Por ello, defendió la importancia de abrazar esta transformación de manera orgánica y positiva, como motor de crecimiento. “La adaptación al cambio no es algo negativo, ni está reñido con avanzar. En nuestro caso, IPG Mediabrands ha pasado de 90 personas en 2017 a más de 500 en la actualidad”.
Esta última reflexión servía para dar paso a Gonzalo Ortiz, Founder & Managing Partner de Singularity Spain, quien subrayó que el cambio en las organizaciones debe ser exponencial y transversal, abarcando todas sus áreas. “Si miramos atrás, resulta evidente que en muy poco tiempo hemos avanzado enormemente en el desarrollo tecnológico”, apuntó. En este sentido, destacó el papel de Singularity y su presencia en España como plataforma de anticipación estratégica que impulsa a los líderes empresariales a comprender y aprovechar el potencial de las tecnologías disruptivas en sus estrategias de negocio.
“Aquellos que no logren adaptarse deberán dejar paso a quienes sí lo consigan”, señalaba Ortiz. Y añadía: “Nuestro objetivo es transformar la forma de pensar de los líderes para que puedan inspirar y guiar a sus equipos. Solo así podremos desarrollar todo el potencial de esta tecnología, especialmente la inteligencia artificial, que tiene el poder de generar abundancia”.
Cristina Lera, Chief Data & Tech Officer de IPG Mediabrands, tomaba el relevo y sumaba una nueva reflexión a las anteriores: “Tenemos ante nosotros la oportunidad de hacer algo realmente grande, pero también la responsabilidad de hacerlo con propósito. El futuro no lo construirán sólo los algoritmos, sino el liderazgo humano y comprometido que los guíe”.
Lera, que también dio la bienvenida al encuentro en nombre de IPG Mediabrands, destacó que “vivimos en una era donde la velocidad del cambio tecnológico ya no es la excepción, sino la norma”. Subrayó que el papel de las empresas pasa por “aprovechar esa velocidad para construir un futuro elegido por las personas, no dictado por los algoritmos”, e insistió en que la tecnología debe entenderse como un instrumento de impacto positivo.
“En IPG Mediabrands creemos que el reto no es dominar la tecnología, sino utilizarla con responsabilidad para impulsar crecimiento y reforzar lo mejor de nuestra humanidad”, afirmó. Para Lera, el verdadero liderazgo tecnológico consiste en “equilibrar la eficiencia que aporta la IA con la empatía, la creatividad y el pensamiento crítico que solo las personas pueden ofrecer”.
Tras su intervención, empezaba la ponencia de Carme Artigas, Senior Fellow at Harvard Belfer Center and Former Co-Chair del AI Advisory Board de la Oficina del Enviado del Secretario General de las Naciones Unidas sobre Tecnología, la cual disertó sobre “la IA y el futuro de las organizaciones: cómo seguir siendo relevantes”. “La palabra disrupción define el presente y marca el fin del status quo, del orden mundial tal y como lo conocíamos, el cual se ha convertido en un cierto desorden global”, señalaba Artigas. Explicó que las ventajas competitivas que antes hacían líderes a las empresas han dejado de serlo, ya que la tecnología ha acelerado el ritmo de cambio de forma exponencial.
No en vano, la representante de la Naciones Unidas insistía en el hecho de que los cambios tecnológicos son los que siempre han impulsado la evolución del mundo, “lo único es que ahora cada vez se producen a una velocidad inédita”, provocando, a su vez, un cambio en los modelos económicos y sociales: “Ahora estamos viviendo una hiperdisrupción, impulsada por la confluencia de múltiples tecnologías —como la inteligencia artificial, el big data, la realidad aumentada, la impresión 3D o la computación cuántica— que están redefiniendo todos los sectores, incluida la creatividad”, explicó.
En este punto, Artigas hacía referencia a la necesidad de establecer una gobernanza ética de la IA, “para no perder el control humano”, y alertó sobre los riesgos que esta podía entrañar. El primero era el hecho de que la IA evoluciona por sí misma, sin necesidad de la intervención humana, pero también señalaba dos más: la dependencia excesiva de la tecnología, y que “nos volvamos locos”, porque sea cada vez más difícil distinguir entre lo que es real y lo que no.
Estas reflexiones la llevaron a plantear sobre la originalidad en la era digital, y destacaba el hecho de que ha dejado de ser importante el resultado, poniendo el acento en el proceso: “Lo importante es que el ser humano esté presente en el proceso creativo. Eso es lo que hace que una pieza sea única. “Es cierto que muchos puestos de trabajo se verán afectados, por eso es importante aprender nuevas habilidades para lograr adaptarse y aprovechar nuestro máximo potencial humano”, añadía Artigas.
Para finalizar su intervención, hizo hincapié en que las empresas y la sociedad han cambiado para siempre gracias a la IA, estableciendo un nuevo mapa mundial, donde los datos y la energía se han convertido en los principales ejes de poder. “La IA lo ha invadido todo, y se ha convertido en un ‘arma’ geopolítica. La batalla por la IA, es la guerra por el control de los datos privados o únicos, ya que estos son clave para diferenciarse, pero también por el control de la energía, puesto que no podemos olvidar que el procesamiento de datos consume muchísima energía. El país que logre ambas cosas tendrá la supremacía económica y militar”, afirmó Artigas.
Con estas palabras Carme Artigas cerró su ponencia, que invitó a reflexionar sobre cómo adaptarse a la hiperdisrupción y liderar en entornos híbridos con máquinas y personas. Sin duda, una reflexión crítica sobre el papel humano en un futuro del trabajo marcado por la IA.
La jornada continuó con la intervención de Mysha Byrne, Fellow Global de Liderazgo en Singularity University, neurocientífico y especialista en estrategias conductuales para potenciar el rendimiento. En su ponencia cuestionó las convenciones sobre la profesionalidad y el liderazgo, además de presentar la evidencia de las investigaciones en neurociencia que muestran cómo los sistemas tradicionales suponen, con frecuencia, un obstáculo para el desempeño humano: “Aunque a menudo nos resistimos a las nuevas tecnologías como la IA, nuestro cerebro las acepta cuando funcionan, ya que la dopamina nos ayuda a adaptarnos mejor a ellas”, apuntó el experto.
Asimismo, Byrne reflexionó sobre la importancia de las relaciones sólidas y de las dinámicas de trabajo de carácter tribal que deben constituir la base del futuro laboral, a medida que avanzamos hacia un porvenir de crecimiento personal: “El ser humano no está diseñado para trabajar solo. Desde las épocas tribales hemos tenido necesidades sociales y cognitivas. Es en la combinación de nuestro instinto de supervivencia y de nuestro pensamiento racional donde reside la capacidad de los grupos para adaptarse y crecer”, explicó.
La ponencia de Byrne concluyó destacando que el sentido de pertenencia a un grupo, un factor crucial para preservar el valor humano en la era de la IA, junto a la necesidad de disponer de un líder, son claves para la actuación humana.
David Colomer fue el encargado de clausurar la jornada, recordando que la inteligencia artificial debe entenderse como una herramienta al servicio del progreso humano y no como un fin en sí misma. En su intervención, el CEO de IPG Mediabrands reflexionó sobre la paradoja entre la tecnología y la humanidad, y defendió la necesidad de liderar con propósito en un contexto de cambio acelerado.
“Mientras estemos en el mundo, debemos abrazarlo y transformarlo desde dentro con una mirada humana. Porque al final, no será la inteligencia artificial la que defina nuestro futuro, sino la inteligencia del liderazgo con que sepamos usarla».
