Escuchar o estar al tanto de listas de música o reproducciones en streaming. Pasamos más tiempo del que creemos buscando nuestro estado de ánimo en listas o álbumes en la oficina. Spotify tiene gran parte de esta culpa.

Mantenerse en contacto con amigos y familiares. Las redes sociales han golpeado muy duro el tiempo que pasamos en nuestro escritorio de la oficina. Esta actividad no está relacionada con el trabajo de forma directa –a no ser que uses las redes sociales para reunir información en tu empleo-. Muchas empresas optan por prohibir o sesgar este tipo de redes sociales que sustituyen al clásico descanso en la jornada.

Atender las obligaciones personales. Es un defecto que muchos empleados cometen: llevar sus dilemas a la oficina y ocuparse de ellos. Entre estas tareas se encuentran pedir cita con el doctor, mirar información de viajes y tomarse un descanso para saber cómo va la operación de un ser querido cada diez minutos.

El deporte, uno de los grandes protagonistas. Ya sea cuando nos referimos a la liga del FIFA o sobre dietas y rutinas, los empleados tienden a reunirse alrededor de un frigorífico para charlar sobre este tipo de temas. Esto puede hacerse de forma moderada, pero si nadie lo remedia puede llegar a convertirse en un problema.

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