Algunas veces no queremos discutir y tratamos de evitarlo. Pero un sentimiento reprimido puede acabar con una relación. Deberíamos considerar la capacidad de argumentar como una habilidad que hay que practicar y desarrollar. Aquí van unos consejos que te harán salir airoso de cualquier batalla verbal:
1. Estar preparado. Antes de empezar a argumentar, piensa detenidamente a dónde quieres llegar. Por muy obvio que parezca, es realmente importante. ¿Quieres que la otra persona simplemente entienda tu punto de vista o buscas algún tipo de reacción? Si lo que esperas es una reacción, piensa si es factible o simplemente es una idea utópica. Ante todo, busca los datos que necesitas para convencer a tu adversario.
2. Cuándo retirarse. Saber cuándo empezar y cuándo acabar es esencial. ¿Es este el mejor momento y el mejor sitio?
3. Lo que dices y cómo lo dices. Dedícale tiempo a pensar cómo vas a presentar tus argumentos: lenguaje corporal o la elección de palabras. Un consejo es hacer frente a los argumentos en contra antes de que surjan.
4. Escuchar y volver a escuchar. Deberías dedicar más tiempo a escuchar que a hablar. Si no escuchas, te dedicarás a decir una y otra vez los mismos argumentos y el debate será frustrante.
5. Sobresalir al responder a los argumentos en contra. Piensa detenidamente sobre lo que la otra persona escuchará. ¿Qué va a percibir? ¿Qué argumentos encontrará más convincentes? Hay tres formas de responder a los argumentos: 1) Cuestionar los datos que la otra persona está utilizando; 2)Cuestionar las conclusiones a las que llega con esos datos; 3) Aceptar el punto de vista, pero cuestionar el peso de esa opción.
6. Tener cuidado con los trucos astutos. Hay argumentos que no son tan buenos como parecen. Fíjate en cómo tu oponente usa la estadística.
7. Ser sencillo y claro. Breve y no apresurarse.
8. Ser capaz de argumentar por escrito. Elige siempre la claridad sobre la pomposidad, utilizando un lenguaje que se entienda.
9. Ser el mejor a la hora de salir de un punto muerto. Sé creativo a la hora de evitar argumentos que no llevan a ninguna parte.
10. Crear lazos. Esto es realmente clave. Humillar o avergonzar a tu oponente puede hacer que te sientas bien en el momento, pero a largo plazo pagarás por ese error. Puede que sea tu “adversario” en la cuestión que se esté tratando, pero puede ser tu aliado en futuras ocasiones.