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El poder de una simple disculpa

¿Sabes cómo disculparte? ¿Has aprendido las reglas de etiqueta para pedir perdón a los demás cuando se comete un error? Saber pedir perdón es algo que se enseña desde pequeños. Damos por sentado que los niños entienden la inteligencia social y los límites del bien y del mal. Pero al final todo se reduce a diferenciar entre un niño sensible de otro resistente. Lo mismo ocurre con los adultos.

Hay dos tipos de personas: sensibles y resistentes. Las personas sensibles son conscientes de sí mismas y tienen una conciencia de responsabilidad, no de víctima. Entienden que son responsables de sus actos y harán las paces. Las personas resistentes, por otro lado, odian admitir sus errores y tratarán de pasarle a otro la culpa. Son orgullosos (muestras de inseguridad). Estas personas no quieren parecer débiles y lucharán en lugar de resolver.

Admitir los errores es una parte fundamental de ser sensible. Contratar a personas que saben responder es una garantía de que sabrían construir nuevos proyectos y tener iniciativa. La influencia aumenta cuando las personas reconocen sus errores, salvo que cometan el mismo error constantemente. Las personas que se niegan a pedir perdón o culpan a otros, pierden todo el respeto. Por lo tanto, el respeto se gana o se pierde en el mundo de las disculpas.