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El B2 Spirit: el arma fantasma de Estados Unidos que golpeó a Irán sin ser visto

Gracias a su geometría y a los materiales absorbentes de radar que recubren su estructura, el avión puede sobrevolar zonas altamente vigiladas sin ser detectado por los sistemas de defensa aérea.

A B-2 Spirit soars after a refueling mission over the Pacific Ocean on Tuesday, May 30, 2006. The B-2, from the 509th Bomb Wing at Whiteman Air Force Base, Mo., is part of a continuous bomber presence in the Asia-Pacific region. (U.S. Air Force photo/Staff Sgt. Bennie J. Davis III)

En el cielo nocturno, sin luces, sin ruido detectable, sin dejar rastro en los radares: así voló el B-2 Spirit, el bombardero estratégico más avanzado del planeta, en la reciente operación estadounidense sobre territorio iraní. Diseñado para ser invisible y preparado para atacar sin previo aviso, este avión representa el poder tecnológico de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Su despliegue en la operación “Martillo de Medianoche” confirmó que, a pesar de los años, sigue siendo una pieza clave en el tablero militar global.

Tecnología de sigilo llevada al extremo

El B-2 Spirit, desarrollado por Northrop Grumman, tiene un diseño futurista que parece sacado de una película de ciencia ficción. Su característica forma de ala voladora no es estética: es funcional. Gracias a su geometría y a los materiales absorbentes de radar que recubren su estructura, el avión puede sobrevolar zonas altamente vigiladas sin ser detectado por los sistemas de defensa aérea.

Su sistema de aviónica y navegación está entre los más sofisticados del mundo, y su precisión al lanzar misiles o bombas es quirúrgica. Todo esto hace que el B-2 no solo sea invisible, sino mortal.

Una misión sin precedentes

Hace pocas semanas, en una de las misiones más arriesgadas de los últimos años, Estados Unidos desplegó siete bombarderos B-2 para atacar instalaciones nucleares subterráneas en Irán. El objetivo era claro: apoyar a Israel en la guerra contra Irán.

El vuelo fue estratégico. En lugar de tomar la ruta más corta sobre el Atlántico, los bombarderos volaron por el Pacífico para evitar el rastreo civil de vuelos y despistar al enemigo. Este desvío supuso recorrer más de 12.000 kilómetros por trayecto y consumir enormes cantidades de combustible, pero resultó efectivo: Irán no detectó el ataque hasta que ya era demasiado tarde.

Un avión único con un precio desorbitado

El B-2 no es solo una joya tecnológica: es también una de las máquinas más caras jamás construidas. Cada unidad cuesta cerca de 2.100 millones de dólares, una cifra que incluye investigación, materiales, desarrollo y producción personalizada.

Solo existen 21 aviones, de los cuales 19 siguen en servicio activo. Uno fue destruido en un accidente y otro se conserva en un museo. El coste de operar uno de estos aparatos también es elevado: una sola hora de vuelo puede superar los 140.000 dólares, considerando combustible, mantenimiento, tripulación y sistemas de soporte.

Aunque se mantiene en servicio y sigue siendo letal, el B-2 tiene los días contados. Ya está en marcha el desarrollo de su sucesor, el B-21 Raider, también a cargo de Northrop Grumman. Sin embargo, el B-2 sigue siendo irremplazable para operaciones donde la invisibilidad y la precisión son críticas.

En la operación contra Irán, el B-2 no solo cumplió su misión, sino que reafirmó su valor estratégico. Sin alertar a los sistemas de defensa del país persa, logró neutralizar blancos de alto valor en uno de los escenarios más tensos del planeta.

Este “fantasma del cielo” no solo simboliza la supuesta supremacía tecnológica de Estados Unidos, sino que recuerda al mundo que, incluso en la era de la guerra digital, la superioridad aérea sigue siendo decisiva.

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