Europa ha entrado de lleno en una carrera global por la supremacía en Defensa. Frente al dominio estadounidense, la innovación israelí y el crecimiento acelerado de China en capacidades militares, la Unión Europea ha lanzado una estrategia para escalar a sus empresas nacionales a la categoría de supercampeones globales. Pero este salto exige más que ambición política: requiere músculo financiero. ¿Cuánto están gastando realmente las empresas europeas para competir?
Según los últimos datos de SIPRI (2024), de las diez principales empresas de Defensa del mundo, ocho son estadounidenses y dos chinas. Ninguna europea figura entre las cinco primeras. La más cercana, Leonardo (Italia), se ubica en la posición número 13, con unos ingresos anuales en Defensa de alrededor de 14.000 millones de euros. Muy por detrás de gigantes como Lockheed Martin, que superó los 65.000 millones de euros solo en contratos de Defensa.
En comparación, Europa fragmenta su gasto entre decenas de compañías medianas y pequeñas, muchas aún dependientes del mercado nacional. Sin embargo, esa tendencia está empezando a cambiar.
Inversión para escalar
La española Indra ha sido uno de los casos más emblemáticos. Con el mandato de convertirse en el «campeón nacional», ha reestructurado su estrategia e incrementado su inversión en I+D, adquisiciones y capacidades industriales. En 2024, Indra destinó más de 300 millones de euros en compras estratégicas y lanzó divisiones nuevas como Indra Land Vehicles e Indra Espacio. Su objetivo es claro: alcanzar 1.000 millones de facturación en Espacio antes de 2030.
Por su parte, Rheinmetall (Alemania) cerró el año con una inversión en Defensa que supera los 2.000 millones de euros en capacidad de producción y adquisiciones, incluidas líneas de munición y vehículos blindados. La compañía lidera, junto a Leonardo, un proyecto para absorber a Iveco Defence y crear un «Airbus de los vehículos militares».
En Francia, Thales y Dassault Aviation destinan en conjunto más de 1.800 millones de euros anuales a I+D, focalizados en sensores, inteligencia artificial aplicada a Defensa y aviación de combate. En paralelo, Airbus Defence and Space, aunque tradicionalmente más centrada en aeronáutica civil, ha elevado su presupuesto en Defensa en un 35% desde 2022, como respuesta al conflicto en Ucrania.
Consolidación: de campeones nacionales a gigantes europeos
La visión de Bruselas, liderada por el comisario de Defensa y Espacio, Andrius Kubilius, es pasar de campeones nacionales a campeones transnacionales. Para ello, no solo se impulsarán joint ventures como ya ocurre en el programa FCAS (liderado por Dassault, Airbus e Indra), sino también fusiones verticales y horizontales.
El plan recuerda al modelo Airbus, que desde su fundación en los años 70 demostró que la cooperación entre estados europeos puede generar gigantes industriales con verdadero alcance global. Actualmente, Alemania, Francia y España poseen un 25% conjunto de Airbus, y Bruselas desea replicar ese esquema en otros sectores de Defensa: vehículos blindados, espacio, ciberdefensa y drones.
El espacio: la próxima frontera
Una de las áreas donde Europa quiere ganar autonomía es el sector espacial militar. La creación de constelaciones propias de satélites de comunicaciones y observación en competencia directa con Starlink (EE. UU.) y Yaogan (China) es ya una prioridad. En 2025, la fusión entre las divisiones espaciales de Thales, Airbus y Leonardo busca dar vida a una nueva entidad paneuropea capaz de competir en contratos de satélites militares y comunicaciones tácticas cifradas.
Indra, por su parte, ha adquirido Hispasat y su filial Hisdesat por 725 millones de euros, lo que le permite controlar capacidades estratégicas clave para Defensa.
El auge del gasto en Defensa también ha despertado el interés de los fondos de inversión. En los últimos 18 meses, firmas como Cinven, KKR o CVC han cerrado más de 20 operaciones en Europa ligadas a pequeñas y medianas empresas de Defensa, anticipando un proceso de consolidación rápida. El objetivo: crear paquetes industriales listos para ser vendidos a los futuros supercampeones europeos.
Aunque Europa cuenta con talento tecnológico y capacidad industrial, su principal obstáculo sigue siendo la coordinación política y la velocidad de ejecución. Mientras que en USA el Pentágono adjudica macrocontratos con visión de décadas, en Europa los procesos de licitación transnacionales siguen siendo lentos y fragmentados.
Kubilius lo tiene claro: «No podemos competir en un mundo multipolar si seguimos actuando como 27 mercados distintos. Necesitamos pensar como un bloque y actuar como una potencia industrial unificada».
