1. Madruga. Levantándote a las 11 de la mañana el día va a ser muchísimo menos productivo que si lo haces a las 7 o las 8.
2. Empieza el día con lo peor o más difícil. Aprovecha los momentos de la mañana en los que estás más despejado y activo. No lo dejes para última hora de la tarde.
3. Define pequeñas metas, pequeños objetivos a conseguir en ese mismo día. Cuando vayas consiguiéndolos te vas a sentir de lo más motivado.
4. Y otras a medio plazo que te permitan tener expectativas y objetivos de futuro.
5. Deja a un lado las distracciones durante el tiempo de tu jornada laboral: Facebook, Whatsapp, Twitter… esto solo consigue distraerte de lo realmente importante en ese momento.
6. Aprende a distinguir lo urgente de lo importante… y es que muchas veces nos pasamos el día atendiendo lo urgente, hasta que dejamos de prestarle atención a lo importante.
7. “Divide y vencerás”. Así que ya sabes, las cosas de una en una, poco a poco. Si tienes mil frentes abiertos no lograrás acabar ninguno como esperas.
8. Prueba a contar a los demás qué tienes que hacer, de esta forma te “comprometes” un poco más a llevar todo eso a cabo.
9. Sé organizado (aunque sea a la fuerza).
10. Adapta tu entorno de una forma adecuada: tenlo todo limpio, ordenado, al alcance… en fin, no seas tonto y facilítate el trabajo.