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Todo a punto para el pistoletazo de salida de Noches del Botánico

La novena edición de Noches del Botánico echa a andar el próximo 4 de junio con la actuación de Van Morrison. Sus fundadores, Julio Martí y Ramón Martín, nos explican las claves del éxito de este sorprendente formato de festival musical que espera superar los 184.000 espectadores del año pasado, a lo largo de los 53 conciertos programados hasta el 31 de julio.

Ramón Martín y Julio Martí. Foto: Jaime Partearroyo

El Festival Noches del Botánico es el más importante acontecimiento musical anual del verano madrileño. Se celebra durante los meses de junio y julio en el Real Jardín Botánico Alfonso XIII de la Universidad Complutense de Madrid y desde su inicio, en 2016, el festival ha crecido en popularidad, convirtiéndose en una cita imprescindible en la capital. Con una programación ecléctica, el evento se completa con una variada oferta gastronómica y numerosos puntos de descanso, que hacen de la experiencia un acontecimiento único, ya que la estancia en el recinto se puede ampliar después de las actuaciones, para disfrutar del frescor del jardín en las noches estivales.

Julio Martí y Ramón Martín, dos de los más veteranos promotores musicales del país son sus fundadores, un festival que ha ido creciendo edición tras edición, alcanzando el año pasado los 184.000 espectadores, cifra que confían en superar este verano a lo largo de los 53 conciertos programados.

Noches del Botánico ya está plenamente consolidado y cuenta con una programación “de nicho”, en la que siempre hay público para cada uno de esos artistas de carrera musical reconocida, que no son no artistas situados ocasionalmente en la cima…

Ramón: Sí. Tenemos la suerte de que el público que viene a Noches del Botánico, viene a ver a sus artistas con la comodidad de un aforo reducido. Vienen a ver al artista y a vivir una experiencia y muchos, en realidad, ya han venido anteriormente.

¿A partir de qué edad es el público que acude a Noches del Botánico?

R.: Depende del artista que venga. Pero la gran mayoría de los que vienen no son, precisamente, jóvenes. Los otros festivales sí son para gente joven: chavales y público masivo. Pero no tendría mucho sentido que nosotros hiciéramos aquí eso, sobre todo porque ya existen. Aquí el público mayoritario, el 60% está entre los 30 y los 55. Lo que nosotros pretendíamos era eso: ofrecer espectáculos para gente que ya va teniendo unas necesidades, unos gustos, unas manías, una manera de ver y de interpretar el ocio en su tiempo libre, distintos a los de la gente más joven. 

Y, curiosamente, por la razón que sea, tenemos más público femenino que masculino. La proporción es del 56% al 44%.

Julio: Tenemos también la fortuna de que hay mucho público que aquí sí puede traer a sus hijos pequeños. Este es uno de los festivales donde ves a más parejas que traen a sus hijos de entre 5 y 10 años. Y les damos unos casquitos para que no les afecte el sonido a los oídos. El año pasado hubo 497 menores de cinco años. 

¿Y en qué medida es un festival que genere turismo y atraiga visitantes extranjeros?

R.: Es muy difícil medirlo. Para hacerlo tendríamos que tirar de las IPs informáticas desde las que se hace la compra de entradas, porque tenemos una gran cantidad de público internacional que vive aquí o está haciendo sus Erasmus. 

J.: Delos184.000 espectadores que pasaron por taquilla el año pasado, el 89% procedía de distinto puntos del territorio español –el 63% procedía de la Comunidad de Madrid; el 7,8% de Andalucía; el 6,9, de Cataluña; el 4,2, de la Comunidad Valenciana y el 7% restante se repartió entre Galicia, Aragón, Castilla-La Mancha, País Vasco y Baleares–, y el 11% era internacional, de países como Estados Unidos, Reino Unido, Singapur, México, Francia, Portugal, Países Bajos e Italia, pero, como dice Ramón, hay muchos asistentes internacionales que realizan su compra desde España. Cuando actuaron The Lumineers estaba lleno de extranjeros. Y si viene Fito Páez, los argentinos son el 80%. ¿De dónde han salido? ¡De aquí! Porque no todos han venido del extranjero a ver el concierto. 

No sé si este es el único festival en el que te puedes encontrar una vinoteca…

R.: Esto surgió porque a nosotros nos gusta mucho escuchar a la gente y ver sus opiniones en las redes sociales. Los camareros recibían mucha demanda, sobre todo por parte de las mujeres, de vino y empezamos ofreciendo un vino blanco normal, para cubrir un poco el expediente, pero la demanda siguió creciendo con especialidades y eso nos puso en la tesitura de atender esa solicitud y terminamos montando una vinoteca, con un espacio específico y un mobiliario diferenciado. Y la fórmula funcionó. De hecho, empezamos con un espacio pequeño y hemos ido ampliándolo en cada edición.

¿Vosotros participáis también en el negocio hostelero que se genera?

R.: Por supuesto. La gestión de la hostelería forma parte de la propuesta del festival y la coordinamos directamente desde Noches del Botánico. Eso sí, lo hacemos con el apoyo de equipos especializados, porque nosotros entendemos de música, pero no de gastronomía ni sabemos, por ejemplo, cuántas copas salen de una botella… Contamos con proveedores que son parte esencial de la experiencia, pero siempre bajo nuestra supervisión directa y con criterios de calidad y confianza. El éxito de Noches del Botánico está en rodearnos de buenos profesionales que comparten nuestra visión y eso lo hemos conseguido.

J.: Son ya muchos años y tenemos un trato muy familiar con todos. Somos el mismo equipo viniendo año tras año, incluidos quienes desempeñan un rol más pasivo, como es, por ejemplo, el equipo de seguridad: nuestra gente de seguridad conoce el festival y ha sabido entender al público. Aquí el máximo problema que se da es que alguien pida la hoja de reclamaciones porque no ha podido saludar al artista… 

Desgraciadamente, no podéis crecer más…

J.: El año pasado alcanzamos los 184.000 espectadores de pago y estamos cerca del límite que nos hemos fijado, que serían 200.000, contando los invitados. En cuanto al número de días de programación, con 53 también estamos cerca del límite. 

R.: Tampoco vamos a cambiar la filosofía. ¿Podemos apretar un poco más a la gente? Se podría, pero sería ridículo porque nos cargaríamos la experiencia, lo que nos hace diferentes. Lo bueno aquí es que no haya apretones. Nosotros nos quedamos muy por debajo de la limitación legal que tenemos permitida. 

J.: Nosotros mismos somos los que nos autolimitamos. Aquí podríamos vender 1.500 entradas más para el concierto de Morrissey y la gente seguiría estando encantada de la vida, aunque estuvieran un poco más incómodas. 

R.: Tal vez se entendería por la excepcionalidad de ese artista, pero el público que nos ha puesto aquí, ¿cómo entendería que, de pronto, se abriera la puerta y hubiera colas? Porque aquí no hay colas para nada y esa es otra de las cosas que la gente más valora. Nosotros no escatimamos ni en camareros, ni en servicios, porque nuestro objetivo es que no haya colas. Que esto se viva de una manera totalmente diferente. Nadie entendería ver, de repente, todo apretado o que no se pueda entrar en los baños… Nosotros estamos contentos y somos fieles a nuestro público, igual que nuestro público es fiel a nosotros.

El público no puede crecer, pero ¿crece el presupuesto? 

J.: El presupuesto actual está entre los ocho y los diez millones de euros. Los cachés están desmadrados y los presupuestos van subiendo. Nosotros tenemos 300 personas trabajando aquí directamente, entre camareros, personal de seguridad, equipo de mantenimiento y limpieza, servicios sanitarios y el personal técnico y de dirección del festival. Pero siempre intentamos comprometer al artista para que rebaje sus pretensiones económicas. 

Con Morrissey podríamos haber puesto las entradas al dinero que nos hubiera dado la gana, porque lo hubieran pagado, pero tampoco queremos hacer eso. ¿Qué hacemos? Intentamos comprometer al artista, para que cobre hasta cierta cantidad que es la que podemos recaudar con los precios que consideramos razonables. “¿Te interesa tocar aquí en estas condiciones?”. ¿Sí? Pues estupendo. ¿No? Pues habrá otro sitio donde te acojan. El concierto de entrada más cara en nuestra historia ha sido el de Bob Dylan… y se vendió en dos horas, los dos conciertos. No recuerdo muy bien el precio, no sé si fueron 150 euros; en cualquier caso, muy caras, pero fue la excepción. 

R.: El público que conoce perfectamente el festival y es asiduo valora este tipo de artistas que ofrecemos en el cartel cada año, que son en muchos casos artistas para muchísimo más aforo. Pero prefieren verlos aquí, porque el que está sentado más lejos tiene a Carlos Santana a 50 metros… Y esto es lo que queremos, porque el público es el que nos va haciendo el marketing de boca a boca, que es, obviamente, el más importante, porque es el que no está pagado.  

¿Y qué opinión recibís de los artistas que intervienen?

J.: Esa es una de las claves: los propios artistas también nos hacen el boca a boca en sus agencias… Y todo esto hace que vayamos ganando prestigio y respeto a nivel internacional. 

R.: Aquí hemos tenido verdaderas “declaraciones” de amor de artistas. Thom Yorke, el líder de Radiohead, cuando vino con su otro grupo, Smile, estuvo aquí con sus hijos y estaban encantados viendo a los patos… Es gente acostumbrada a tocar en estadios o en “arenas” en Noruega, Alemania, Reino Unido, etc., muchas veces en sitios cerrados, porque el clima que tenemos aquí no lo tiene nadie, y cuando se encuentran aquí, en un jardín botánico, tienen una experiencia que recuerdan y valoran. 

J.: Lo habitual en los festivales es que los backstage, aunque estén bien, tienen un inconveniente: los generadores de energía, que provocan un ruido constante que hace que el artista tenga ganas de irse a casa cuanto antes. Aquí no pasa eso, porque tenemos todo el funcionamiento con energía eléctrica. Y al fresco de la noche no tienen prisa por irse al hotel.

R.: De hecho, ha habido artistas que han llegado, han hecho la prueba de sonido y no se han ido al hotel… Se han quedado aquí hasta su actuación. Y después de la actuación se han quedado hasta las seis de la mañana… cuando estaba entrando el equipo del concierto del día siguiente… 

J.: Eso nos pasó con un invitado, Ethan Hawke, que vino cuando estaba haciendo una película con Almodóvar y yo no me atrevía a decirle que ya era la hora de desalojar… Y se lo pedí que lo hiciera a mi hija… Y le respondió que estaba aquí “mejor que en la suite del hotel”.

¿No os planteáis crecer de otro modo, creando, por ejemplo, otro Noches del Botánico en otra ciudad lejana? Y que el artista que actúa hoy aquí mañana lo haga allí, a 500 kilómetros…

J.: No. Esto ya nos ocupa todo el tiempo. ¿Quién se va a ocupar del otro? El montaje de este festival comenzó en abril y se desmonta en agosto… Son cinco meses…

R.: Un mes antes de que el festival se inaugure, ya se está negociando los artistas para el año próximo. Por otra parte… ¿dónde encontramos en cualquier otra ciudad un espacio como este, un jardín en el que quepan 4.000 personas y en el que podamos montar la infraestructura que precisamos para atender al público como nosotros queremos?

Aquí tenemos doce barras y diez puestos de comida… Esa es nuestra filosofía. Poner un artista detrás de otro lo puede hacer todo el mundo y en todos los sitios. Pero hacer una réplica de esto no es tan fácil. Hay que investigar mucho para encontrar el sitio adecuado, y si se encuentra hay que negociar… Nuestra primera preventa de entradas se hace en Navidades, para lo cual en septiembre ya tenemos que empezar las reuniones para plantear el cartel de artistas que tiene que estar muy avanzado en noviembre. ¡Esto es labor de todo un año! Y sólo descansamos en agosto 

Más de 50 conciertos y más de 100 artistas

Dejando a un lado nombres míticos de la música de los últimos sesenta años, como los de Van Morrison y Santana, que ofrecerán cada uno dos conciertos en días sucesivos, o el legendario pianista de jazz Herbie Hancock, con cuya actuación concluirá este año el festival, la novena edición de Noches del Botánico cuenta con otros grandes hitos como la primera actuación en diez años en España de Morrissey, el legendario cantante de The Smiths. Pero hay más: Julio Martín destaca “la primera visita a Madrid de Chaka Khan”, conocida como “la reina del funk” y ganadora de diez premios Grammy, con setenta millones de discos vendidos. “También se va a producir –explica Martí– la primera actuación en España de Brandi Carlile, un referente del movimiento LGTBI y la principal representante femenina actual del género conocido como ‘Americana’, y que acaba de publicar un álbum a medias con Elton John, ‘Who Believes in Angels?’, y logró relanzar la carrera de Joni Mitchell, dándola a conocer a las nuevas generaciones”.

Van Morrison. Foto de Ki Price/Getty Images

Otros de los nombres que Martí quiere destacar son los de la cantante iraní, residente en los Países Bajos, Sevdaliza, “una de las figuras más destacadas de la actual escena de las raves electrónicas, que triunfó el año pasado en el Sónar de Barcelona”, o el cantante estadounidense de neo-soul Maxwell, “en su primera actuación en España”. El flamenco, que siempre ha estado representado en Noches del Botánico, va a contar en esta ocasión con dos grandes programas dobles, cada uno de ellos de tres horas de duración, con intermedio, uno dedicado a la figura de Pepe Habichuela –“que este año ha cumplido ochenta años, y que va a ser objeto de un homenaje coordinado por su hijo, Josemi Carmona, de Ketama, con varias de las principales figuras jóvenes del flamenco, como Sandra Carrasco o Ángeles Toledano y Pitingo a la voz, Josemi Carmona, David de Arahal y el propio Pepe Habichuela a las guitarras”– y otro a la de Paco de Lucía –“una sección estará dedicada a la propia música de Paco de Lucía y la otra a la música de quienes intervienen en el homenaje, que serán, también, Josemi Carmona, Sandra Carrasco, Javier Colina, Montse Cortes, Chano Dominguez, Duquende, Farru, David de Jacoba, Diego del Morao, Dani de Morón, Israel Suárez ‘Piraña’, Antonio Rey, Antonio Sanchez y Antonio Serrano”–. 

Una de las actuaciones previstas para esta edición que se ha tenido que suspender es la de la cantante de jazz Melody Gardot, “que se quedó embarazada y va a dar a luz precisamente en las fechas en las que estaba programadas y ha tenido que suspender las últimas semanas de su gira”, pero su lugar ha sido ocupado por María Peláe, “que va a estrenar aquí su nuevo disco, ‘El evangelio’, y que formará un interesantísimo concierto doble con Rita Payés”. 

El resto de la lista de figuras es impresionante: Fangoria (con Nancys Rubias), Rozalén, Lori Meyers y Duncan Dhu (con Red Moon Yard) –cada uno de los cuatro con dos fechas de actuación–, el compositor y pianista minimalista Max Richter, Zahara, Ariel Rot, Texas, Beth Gibbons (la cantante de Portishead), Morcheeba, Air, Roxette, Molotov, James y Teenage Fanclub, Ana Belén, Quique González, G-5 (Kiko Veneno, El Canijo de Jerez, Muchachito, Tomasito y Diego Ratón), Sílvia Pérez Cruz & Salvador Sobral, Califato ¾, Il Divo, Kool & The Gang, Parcels, Morgan, Arizona Baby, Caracazador, Wasia Project, Kaleo, Freedonia, Vera Fauna, Train, Carlos Sadness, Conociendo Rusia, Gente De Zona, Cali y El Dandee, The Philharmonik, Ana Tijoux, Ha*Ash, Allison, The Roots, Tori Kelly, Rogê, Ángel Stanich, Gilberto Santa Rosa, Tito Ramírez, Andrés Cepeda, Timø, Parov Stelar, Peter Cat Recording Co., Aloe Blacc, Seu Jorge, El Kuelgue, Audrey McGraw, Amos Lee, , Marcus King, Dewolff, Nafta, Viagra Boys, Óscar D’León, Minyo Crusaders,), Saint Levant, Fonseca, Gian Marco, Empire Of The Sun o Pac.