Pero conforme pasa el tiempo tendemos a dejar esta buenísima actitud frente a nuestro trabajo y comenzamos a tener comportamientos que, poco a poco, pueden acabar con el que fuese nuestro soñado empleo e incluso con nuestra carrera.
Cuando los meses pasan en el calendario y nosotros seguimos en la misma empresa, tendemos a no estar tan presentes como deberíamos: no nos ofrecemos para nuevos proyectos, no nos interesamos por el devenir del negocio, dejamos de ser tan serviciales… Vamos, que comenzamos a volvernos un poquito más “transparentes” de cara a nuestros superiores. Algo que, obviamente, se volverá en nuestra contra antes o después.
Aunque si tuviésemos que destacar sólo una de las premisas o comportamientos que adoptamos cuando llevamos un tiempo en la empresa sería la rutina. Entramos en una dinámica de A, B y C que nos impide dar más de nosotros mismos: algo fatal para nuestro trabajo y nuestra carrera.
Las personas que evolucionan y consiguen puestos de responsabilidad en su sector, son aquellas que jamás dejan que la rutina ahogue su creatividad, su pasión. Y es que cuando eso se pierde, se pierden las posibilidades de crecimiento.
Debemos mostrar un comportamiento continuado como el que teníamos en nuestros primeros pasos profesionales. Es vital para nuestra carrera que mantengamos la ilusión inicial, las ganas, la perseverancia y la pasión por nuestro trabajo.