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Así se prepara España para reactivar el turismo

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Mallorca. Foto: David Ramos/Getty Images

Confiar es como tocar con la punta de los dedos una certeza. No hay un conocimiento seguro, pero se le acerca, porque se espera firmemente que algo suceda. Luego está la confianza ciega, que es más un acto de fe, un desafío al bumerán de la decepción. Ya decía un Quevedo de mente aguda que “el mayor despeñadero es la confianza”. Claro que, sin subyugarnos a ninguna venda, confiar también acarrea superar miedos, por lo que al clásico del Siglo de Oro le respondería un Nobel del ’54 como Hemingway que “la mejor manera de saber si puedes confiar en alguien es confiando”.

De los que confíen, cuánto confíen, cuándo y en quién lo hagan dependerá en gran medida la velocidad de despegue del turismo –el español y el internacional– tras más de tres meses agarrotado por la crisis global del coronavirus. Cree la Organización Mundial del Turismo (OMT) que “la confianza es la nueva moneda de nuestra ‘nueva normalidad’ y que el turismo está en una posición ideal para ser el vehículo que canalice esa confianza”. Emplazamiento capital por ser motor económico de la Unión Europea y de España muy en particular. Su peso en la UE se traduce en un 10,3% del PIB y un 11,7% del empleo total, a saber, 27,3 millones de trabajadores. A la economía española contribuye con más de dos millones de puestos de trabajo y representa el 12,3% del PIB, según el INE. Desde 2015, nuestro país lidera el ‘Índice de Competitividad en Viajes y Turismo’ que publica bianualmente el Foro Económico Mundial. Y, claramente, lo quiere seguir haciendo.

“La confianza se recupera dando seguridad, garantizando a los turistas que no correrán ningún riesgo. Se trata de que sientan que venir a España es tan seguro como estar en su propia casa”, explica la secretaria de Estado de Turismo, Isabel Oliver. Tajante, el secretario general de la Mesa del Turismo afirma que “la marca España es muy fuerte y nadie duda de que somos un país seguro en todos los sentidos“. Carlos Abella expone que “hemos sido uno de los países más castigados por la pandemia, pero también es cierto que hemos aprendido y nuestros magníficos profesionales de la salud son una garantía si, por desgracia, llegara a surgir un rebrote”.

CÓMO ATRAER AL TURISTA: PRECIOS Y SEGURIDAD

Volveremos a viajar. Por ocio o trabajo. Por necesidad u obligación. Las mascarillas y las distancias lo harán diferente, pero volveremos. El miedo paralizador se irá disipando según lo hagan las incertidumbres y se afiance la convicción de que un turismo seguro es posible. Alrededor de este eje de la seguridad pivota el Plan de Impulso al sector de 4.262 millones de euros que ha presentado el Gobierno. “Nos hemos preparado a conciencia para dar las máximas garantías a turistas, trabajadores y residentes con más de una veintena de guías que cubren toda la cadena de valor turística. A todo ello hay que sumarle las fortalezas y atributos, tanto tangibles como intangibles, con los que cuenta nuestro país y que nos llevaron el año pasado a ser el segundo más visitado del mundo: buen clima, rica y variada gastronomía, riqueza natural y paisajística, amplio legado histórico y artístico, infraestructuras de calidad, etc.”, afirma Oliver.

Para generar confianza, el Instituto para la Calidad Turística Española ha lanzado el sello Safe Tourism Certified, que abarca 21 subsectores y acredita la máxima seguridad e implantación de medidas de prevención e higiene en empresas y recursos turísticos, desde hoteles y restaurantes hasta albergues y apartamentos turísticos. Manifiestan a Forbes Carlos Garrido, presidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes (CEAV), y José Luis Yzuel, presidente de Hostelería de España, que este distintivo aporta un “plus de confianza” al turista. Cree Yzuel que “la gente quiere, casi con la misma intensidad que los hosteleros, volver a bares y restaurantes, por lo que, si somos capaces de ofrecerles un ambiente seguro, volverán” y añade Garrido que “cada empresario del sector tiene que cuidar que clientes y empleados cumplan las normas”. Para el secretario general de la Mesa del Turismo “lo verdaderamente importante es que hemos sabido adaptarnos rápidamente. La confianza llegará cuando los turistas observen en primera persona que seguimos ofreciendo la misma calidad y calidez en nuestros servicios turísticos“.

En la contienda por el visitante europeo, España se mide con países del entorno como Portugal, Italia, Grecia o Croacia, que anticiparon la apertura del turismo a mediados de junio. Buena parte del sector reprueba que España no fuera igual de ágil en este relanzamiento porque estos países “pueden hacernos perder un número considerable de clientes“, apunta Abella, que aun así constata que “en España tenemos una clientela internacional muy fiel a nuestro destino. El año pasado nos visitaron 18 millones de británicos, 12 millones de franceses y 12 millones de alemanes“. Ante una demanda debilitada y una tendencia al ahorro derivada de la crisis del coronavirus, los precios competitivos serán otra de las variables que, a corto plazo, empujen al viajero a hacer la maleta y determinen el destino de su tarjeta de embarque. Las promociones de los paquetes turísticos tratarán de tirar de la demanda hacia arriba porque “el cliente seguirá siendo sensible a los precios y valorará la calidad y el servicio de los establecimientos turísticos y los medios de transporte”, sostiene el presidente de CEAV. También en Hostelería de España avalan la idea de que “no es el momento de recurrir a la subida de los precios para compensar pérdidas y gastos extra porque podría ahuyentar a un cliente que también ha sufrido los efectos de la pandemia“.

Los mayores grupos hoteleros españoles, que estiman que este verano solo estarán operativos la mitad de sus hoteles, han anunciado descuentos de hasta el 30% para reactivar sus reservas. Es el caso de Meliá, NH, Riu, Barceló o Iberostar, que también han lanzado ofertas y servicios adicionales como la cancelación sin cargo, el alojamiento gratuito para niños o bonificaciones extra de puntos en sus programas de fidelización. Aunque, de producirse una guerra de precios, el campo de batalla será el aéreo. Han sido las aerolíneas la que han lanzado las mayores rebajas y muchas reconocen que están dispuestas a operar con pérdidas para volver a llenar sus aviones. Air Europa, easyJet o Ryanair ofrecen descuentos de hasta el 50% y vuelos a partir de los 25 euros entre julio y septiembre. El presidente de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA), Javier Gándara, asegura que “una de las formas de incentivar la demanda este verano será vía precios, aunque, en realidad, no los fijamos las aerolíneas, sino que se fijan por la interacción de la oferta y demanda. Va a ser muy competitivo poder volar, pero igual de importante será darles flexibilidad a los pasajeros y explicarles muy bien todas las medidas puestas en marcha”.

El aéreo, sector estratégico para el turismo, es también uno de los más golpeados por la crisis del coronavirus, con una caída del 90% de su actividad que ha dejado en tierra a prácticamente la totalidad de las flotas de aviones. “Financieramente, 2020 será el peor año en la historia de la aviación“, asevera el director general de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), Alexandre de Juniac. En España, según la patronal ALA, entre marzo y mayo se cancelaron más de 400.000 vuelos y “se teme una caída de ingresos de alrededor de 15.000 millones de euros como consecuencia de la pérdida de cerca de 114 millones de pasajeros, casi la mitad (41,4%) del total de viajeros registrados en 2019”. Gándara, que también es director general de easyJet, señala que “acercarse a los niveles de demanda que teníamos antes del COVID-19 queda, de momento, lejos. Según previsiones de IATA, hasta 2023 no se recuperarán a nivel mundial los niveles de tráfico aéreo precrisis“. Para incentivarlo, Aena ha aprobado descuentos en las tarifas de aterrizaje con los que las aerolíneas podrían ahorrarse 25 millones de euros. ALA lo considera insuficiente y reclama una reducción adicional de las tarifas aeroportuarias, además de la ampliación de los ERTE, al menos, hasta final de año. Esta última es una de las reivindicaciones compartidas por todos los actores turísticos, que demandan también un IVA superreducido o bonificaciones fiscales.

La secretaria de Estado de Turismo mantiene que “si hay un sector al que el Gobierno ha prestado especial atención, ese ha sido el turístico. Las primeras medidas de choque fueron destinadas a él” y añade Isabel Oliver que “el Plan de Impulso refuerza ese apoyo, no solo para ayudarle a hacer frente a la situación actual, sino también a construir su resiliencia para futuras crisis. No se trata solo de reactivar la actividad, sino de continuar con la transformación del modelo turístico bajo los vectores de la sostenibilidad y la digitalización“.

TURISMO NACIONAL, A TI NOS ENCOMENDAMOS

El bote salvavidas de esta campaña estival no hay que buscarlo fuera, está en casa. Todos los países han animado a redescubrir lo propio para relanzar el consumo interno. El turismo nacional es la cesta con más huevos. Si bien se prevé que sufra el urbano y el de congresos y eventos, el de ‘sol y playa’ y el rural experimentará “un florecimiento“, vaticina el director ejecutivo de la OMT, Manuel Butler Halter. A corto plazo, los viajes de proximidad serán determinantes en la mejoría del sector.

La temporada está claro que no se va a salvar porque no habrá suficiente demanda, pero el turismo nacional será clave para la reactivación. En la elección de las vacaciones influirán de manera decisiva dos factores. Por un lado, el miedo al contagio hará que se produzcan más desplazamientos con vehículo propio a destinos de proximidad, con un incremento importante del uso de autocaravanas. Por otro lado, dado que muchas familias han visto disminuidos sus ingresos como consecuencia de la crisis, se reducirán las estancias y habrá un mayor uso de las segundas residencias”, razona Carlos Abella. También cree la Confederación Empresarial de Hostelería de España que el turismo nacional responderá con mayor fuerza. Su presidente, José Luis Yzuel, considera necesarias “campañas y medidas que promuevan el consumo, como bonos turísticos similares a los que se han aprobado en Italia”.

PASO CORTO, MIRADA LARGA

Con la reapertura de fronteras el 1 de julio –tardía para el sector–, se reinicia la maquinaria turística siendo conscientes todos sus operarios de que la recuperación no es amor de verano. Pasiones aparte, ni será intensa, ni rápida, como sí lo ha sido su desplome. Un frenazo en seco sin precedentes con sumas de miles de millones en pérdidas desde que se declaró el estado de alarma el 14 de marzo. En más de 83.000 millones las ha estimado el lobby turístico Exceltur, equivalente a un descenso de la facturación del 54% respecto a 2019 y una afectación sobre más de un millón de puestos de trabajo, bien por estar acogidos a ERTE o por situación de desempleo.

“Esta va a ser la peor campaña de verano de los últimos 20 años. Muchos establecimientos hoteleros no van a abrir. Necesitamos alrededor de 30 millones de turistas extranjeros en verano. Si este año llegamos a cuatro millones podríamos pensar que se han mejorado las expectativas, pero bajar de treinta a cuatro es un dato nefasto”, reconoce el secretario general de Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT), Ramón Estalella.

Según estimaciones de la Comisión Europea, la caída de ingresos podría alcanzar el 70% en el caso de las agencias de viaje y turoperadores, y hasta el 80% podría hundirse la facturación de aerolíneas y cruceros. Admite el presidente de ALA que “el nivel de actividad, al menos al principio, no llegará a más del 40% o 50%, aunque lo importante es que, poco a poco, la gente vuelva a volar y compruebe con sus propios ojos que es completamente seguro”. También desde la industria de cruceros, que genera cada año en España 4.500 millones de euros y más de 33.000 empleos, ratifican que “la presencia de cruceros en España este verano será testimonial”. Comenta a Forbes el director en España de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA), Alfredo Serrano, que “habrá algunos proyectos piloto y se intentará operar algún barco con la intención de que en invierno se pueda recuperar cierta actividad. En 2018, el mercado de cruceros español logró posicionarse en el cuarto puesto en Europa, después de Alemania, Reino Unido e Italia. El número de pasajeros creció un 3,9% respecto al año anterior, llegando a los 530.000. Este año estaremos lejos de esa cifra”.

Los cálculos de la OMT sitúan la caída de visitas internacionales para 2020 entre el 60% y el 80%. Aún a sabiendas de que los números en España se quedarán lejos de los 83,7 millones de visitantes extranjeros de 2019 cuando, según el INE, se batió récord por séptimo año consecutivo, el sector turístico se reactiva aguantando la respiración y confiando en que lleguen los ansiados veraneantes.

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