No existe una fórmula del éxito
El personal branding es como la Coca-Cola: nadie sabe su fórmula, pero triunfa. Cada persona es un mundo y, como su propio nombre indica, el personal branding es una cuestión particular. Evidentemente, existen buenas prácticas por las que guiarse y cada vez más libros y especialistas en la materia, pero no hay una fórmula empírica que conduzca al éxito, depende mucho de las personas.
La actitud lo es casi todo
Y teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, puedes contratar a alguien que te haga la mejor estrategia del mundo, pero si después no contestas a los mensajes de la gente, no te dejas caer por eventos o vas y no saludas a nadie, ¿cómo pretendes que funcionen las cosas exactamente? Recuerdo que lo que está n juego es tu reputación tu marca personal y, por supuesto, intransferible, así que trabaja duro por ella porque nadie podrá hacerlo por ti.
No es la panacea
Dice el refrán que “no se ganó Zamora en una hora”, pues con el personal branding pasa algo parecido: una buena marca personal no se construye en un rato. Conseguir tener una buena imagen y unos buenos contactos que den buenas referencias sobre ti no es una tarea fácil. Así que no esperes ser VIP en dos días, has de ser constante y cuidar tu imagen y tus relaciones, porque de ello dependerá, en parte, el triunfo de tu marca personal.
Aparentar no es el objetivo
Olvídate de ser quien no eres. Lo más importante a la hora de establecer una estrategia de personal branding es saber quién eres exactamente, para así poder reflejarlo de la mejor forma posible. Siempre puedes mejorar ciertos aspectos, pero nunca deberías tratar de ser lo que no eres, te acabarían pillando y tus esfuerzos por conseguir una buena marca personal se irían al traste con difícil solución.
Existe más allá de la pantalla
La marca personal no es hacerse un perfil en LinkedIn pareciendo la persona más profesional y competente del mundo y hablar con dos o tres personas de tu gremio por Twitter, es mucho más. Una estrategia de personal branding llevada a buen puerto implicará, por ejemplo, que cuando vayas a un evento tus contactos te reconozcan, te saluden por tu nombre y sean capaces de presentarte a más personas en un gesto de cierta confianza previamente adquirida.