Nadie lo vio venir. Revolut, la fintech británica que ha desafiado al sistema bancario tradicional, ahora pone sus ojos en una nueva presa: el mercado de las telecomunicaciones. Con más de 50 millones de usuarios globales y un crecimiento de doble dígito en los últimos trimestres, la compañía no quiere solo dinero: también quiere controlar cómo y con qué lo gastas… y por qué no, también cómo te conectas.
Mientras gigantes como Movistar sufren el embate continuo de las operadoras low cost como DIGI, Lowi o Simyo, ahora tienen un nuevo y peculiar contrincante. Revolut ha comenzado a desplegar su servicio como OMV (operador móvil virtual) en Europa, ofreciendo tarifas sin permanencia, cobertura internacional, eSIM integrada y precios agresivos. Su objetivo: desbancar a los reyes del low cost con una estrategia digital-first y una propuesta de valor que mezcla banca, conectividad y cashback.
El contexto no podía ser más oportuno para Revolut. Movistar perdió cerca de 280.000 líneas móviles netas en España durante 2024, mientras que DIGI captó más de 950.000 nuevos clientes en el mismo periodo, según datos de la CNMC. El mercado clama por alternativas más económicas y ágiles, y ahí entra Revolut con una propuesta que combina finanzas y telecomunicaciones en una misma app.
La compañía ya ha lanzado su OMV en Reino Unido y Alemania y ha confirmado que España está en su hoja de ruta para finales de 2025. En esos mercados iniciales, ofrece un plan con llamadas ilimitadas, mensajes, datos nacionales y 20 GB de roaming en Europa y EE. UU. por apenas 12,50 libras (unos 14,50 €). Y todo se gestiona desde la app de Revolut, sin papeleos, sin contratos y con pago incluso mediante puntos de fidelización, los RevPoints.
eSIM integrada, roaming en 100 países y control total desde el móvil
Revolut no quiere competir únicamente en precio. Su valor diferencial está en la tecnología y la experiencia de usuario. Desde marzo de 2024, ofrece a todos sus usuarios en la UE la posibilidad de activar una eSIM integrada desde la app. Esta funcionalidad, pionera entre las fintech, permite conectarse en más de 100 países sin tarjeta física, por apenas 1 €/GB en su plan base, o 3 GB gratuitos para los usuarios Ultra.
Además, al tratarse de una plataforma financiera, el sistema permite pagar el servicio móvil con cashback acumulado o recompensas, algo inédito entre las operadoras tradicionales. El cliente puede cargar datos móviles y controlar el consumo al milímetro sin salir de la app bancaria, incluso sin conexión, gracias a que el acceso a Revolut no consume datos móviles.
España, mercado clave para la expansión
España es uno de los mercados prioritarios para Revolut, y no es casual. En 2024, la compañía cerró el año con más de 4,3 millones de usuarios españoles activos, lo que representa un crecimiento interanual del 60%. Este empuje se debe a integraciones clave como el pago con Bizum, el lanzamiento de cuentas remuneradas al 3,75% TAE y la entrada al mercado de inversión con acciones fraccionadas.
La firma también ha anunciado recientemente que comenzará a desplegar sus propios cajeros automáticos en España en 2025, reforzando su infraestructura física para complementar su oferta digital. Con este nivel de ambición, su incursión en el negocio móvil no es solo un experimento: es un nuevo eje de negocio.
Más allá del precio
Lo más disruptivo del modelo Revolut no es el precio, aunque compita frontalmente con DIGI, O2 o Finetwork. Lo que realmente cambia las reglas del juego es la fusión entre servicios financieros y telecomunicaciones. Los usuarios ya no tendrán que saltar de app en app para controlar su línea o su saldo: todo vive en un solo ecosistema, que combina ahorro, conectividad, inversiones y seguros.
Para las telcos tradicionales, esto es una llamada de atención. Revolut no es una OMV al uso: es una superapp que ha decidido que el móvil ya no es un accesorio, sino el corazón de su modelo de negocio.
Revolut entra en el mercado español de las telecomunicaciones no con una propuesta, sino con un plan de conquista. Su crecimiento, tecnología y capacidad de disrupción lo convierten en una amenaza seria para el statu quo. En un mercado donde cada euro cuenta, la fidelidad ya no se compra con minutos: se gana con experiencia, transparencia y control. Y en eso, la banca digital parece ir por delante.
