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Búnker en España: el auge de los refugios privados ante la incertidumbre global

Según cifras del sector, el interés por este tipo de estructuras se ha multiplicado por tres en los últimos dos años.

En medio de un clima internacional marcado por la incertidumbre geopolítica, los efectos del cambio climático y la inestabilidad económica, una industria poco visible ha comenzado a ganar terreno en España, (como en otras partes del mundo): la construcción de búnkeres privados. Lo que durante décadas fue un símbolo de paranoia o de uso estrictamente militar, hoy se consolida como un fenómeno en expansión entre particulares, empresarios y familias con alto poder adquisitivo que buscan asegurar su supervivencia ante cualquier eventualidad. La guerra entre Rusia y Ucrania, el tremendo conflicto en Oriente Medio impulsado por Israel, las crecientes preocupaciones generadas por los cambios políticos en Estados Unidos; en definitiva, vivimos años de declaraciones beligerantes cada vez más fuertes que empujan a la población y a las altas esferas acomodadas a buscar un hipotético futuro seguro, en caso de catástrofe general.

Del lujo al refugio: una demanda al alza

La demanda de refugios subterráneos en España ha crecido de forma notable desde 2022, especialmente tras la invasión rusa de Ucrania, que reavivó el temor a un conflicto de alcance global. Según cifras del sector, el interés por este tipo de estructuras se ha multiplicado por tres en los últimos dos años. Empresas como ABQ, pionera en refugios blindados en el país, aseguran haber construido más de 400 búnkeres en territorio español, una cifra impensable hace apenas una década. La mayoría de los encargos provienen de clientes nacionales, aunque también han aumentado las peticiones de residentes extranjeros con propiedades en la península.

Actualmente, varias empresas lideran este creciente sector en España. Además de ABQ, destacan compañías como Bunkers Elite, que ofrece diseños de alta gama con interiores personalizados, y VM Modular, especializada en estructuras prefabricadas más accesibles.

El abanico de precios es amplio. Un modelo básico puede partir de los 18.000 euros, fabricado a partir de contenedores reforzados, pero los búnkeres de lujo pueden superar fácilmente los 500.000 euros. Estos incluyen sistemas de filtración de aire, energía autónoma, abastecimiento de agua, y hasta comodidades como cocinas gourmet, salas de cine o gimnasios. La mayoría están diseñados para estancias de entre dos semanas y varios meses, en función del nivel de autonomía deseado. El perfil del cliente también ha cambiado: ya no se trata solo de millonarios excéntricos, sino de ejecutivos, profesionales liberales y familias preocupadas por el futuro.

Este crecimiento responde a un conjunto de factores: la percepción de vulnerabilidad tras la pandemia, los efectos visibles del cambio climático, el aumento de conflictos globales y la desconfianza en la estabilidad institucional. Además, la cultura prepper, el movimiento que promueve la autosuficiencia ante crisis ha comenzado a echar raíces en sectores de la población española. La compra de un búnker ya no se ve como un acto paranoico, sino como una forma de inversión en seguridad personal.

El negocio del futuro

Lejos de ser una moda pasajera, la industria del refugio subterráneo en España parece tener un recorrido sostenido. A medida que se consolidan los riesgos globales y los discursos sobre la resiliencia personal ganan peso, se prevé que más empresas entren al mercado y que los precios, por tanto, se diversifiquen. España, con su variedad de terrenos y su clima benigno, se ha convertido en un territorio propicio para esta industria. Y aunque la mayoría de estos búnkeres están ocultos bajo tierra, su creciente presencia es cada vez más evidente en la superficie del mercado inmobiliario y de la construcción.

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