Amazon ha encendido oficialmente los motores de su ofensiva espacial con el despliegue inicial de su constelación de satélites de internet. Con el Proyecto Kuiper, la empresa fundada por Jeff Bezos se propone entrar en uno de los mercados más estratégicos y competitivos del siglo XXI: la conectividad global vía satélite. El objetivo es claro: competir de frente con Starlink, el sistema que SpaceX, de Elon Musk, ha convertido en líder indiscutible del sector.
El pasado lunes, un cohete Atlas V de United Launch Alliance (ULA), una empresa conjunta entre Boeing y Lockheed Martin, puso en órbita 27 satélites del Proyecto Kuiper desde la estación de la Fuerza Espacial en Cabo Cañaveral. Este lanzamiento marca un hito para Amazon, que hasta ahora solo había logrado enviar al espacio dos satélites prototipo. Si bien se trata de una cifra modesta frente a las más de 7.000 unidades ya lanzadas por Starlink, representa el punto de partida para una red que, en su fase final, contará con más de 3.200 satélites.
El contexto no podría ser más oportuno. A medida que la demanda de conectividad global se intensifica, gobiernos, empresas y ciudadanos buscan alternativas tecnológicas más robustas y menos concentradas. El dominio de Starlink que hoy controla más del 60% de los satélites activos en órbita terrestre baja y presta servicio a más de 4,5 millones de clientes ha generado tanto admiración como inquietud, sobre todo por su rol geopolítico. La red de Musk ha sido esencial en el conflicto de Ucrania, pero su cercanía con figuras políticas polarizadoras ha motivado a algunos gobiernos y corporaciones a buscar opciones menos dependientes de una sola empresa o persona.
En este escenario, Amazon ve una oportunidad estratégica para diversificar su modelo de negocio y posicionarse como una alternativa tecnológica sólida. Andy Jassy, CEO de la compañía, ha descrito al Proyecto Kuiper como una posible cuarta columna de ingresos, junto con Amazon Web Services, el comercio electrónico y Prime. La apuesta es ambiciosa: además de clientes particulares, el enfoque está en usuarios empresariales e institucionales, y se calcula que el servicio podría alcanzar entre 300 y 400 millones de personas en todo el mundo.
Sin embargo, el camino no está libre de obstáculos. Kuiper llega con años de retraso respecto a su principal competidor, y enfrenta una carrera contrarreloj impuesta por la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de Estados Unidos, que exige que al menos la mitad de la constelación esté planificada o desplegada antes de julio de 2025. De no cumplir con esta condición, Amazon se arriesga a que su permiso de lanzamiento quede restringido, lo que limitaría seriamente su capacidad de competir a escala global.
La buena noticia para Amazon es que, pese a los retrasos, ha logrado asegurarse una red sólida de proveedores de lanzamiento. Además de ULA, la compañía cuenta con acuerdos con Arianespace (la firma europea que opera los cohetes Ariane), Blue Origin (también fundada por Bezos) y, de forma irónica, hasta con SpaceX. Esta diversificación logística será clave para acelerar el ritmo de despliegue en los próximos meses.
En paralelo, la compañía ha mantenido bajo reserva muchos de los detalles operativos y comerciales de Kuiper. Se espera que el servicio esté disponible para finales de este año, aunque no se han anunciado precios, paquetes ni características específicas. Lo que sí ha quedado claro es que Amazon no pretende limitarse a ofrecer internet satelital: Kuiper forma parte de una estrategia más amplia que incluye inversiones en inteligencia artificial, salud digital y movilidad autónoma, con la que Amazon intenta redefinir su rol como conglomerado tecnológico global.
Según analistas del sector, lo más importante ahora es que Amazon demuestre compromiso real con el proyecto. «La clave está en mostrar avances concretos», señala Caleb Henry, analista de Quilty Space. “Si logran establecer una cadencia constante de lanzamientos, la FCC probablemente les otorgue una extensión de plazo razonable. Lo que no quieren es ver empresas que acaparan autorizaciones sin usarlas”.
En un mercado dominado por la velocidad de ejecución y la confianza institucional, cada nuevo lanzamiento de Kuiper será observado con lupa. El éxito o fracaso del proyecto podría tener implicaciones no solo para Amazon, sino también para el equilibrio competitivo en el nuevo orden tecnológico espacial.
A medida que se acelera la carrera por conectar cada rincón del planeta, la órbita baja se está convirtiendo en el nuevo terreno de juego para las grandes tecnológicas. Y Amazon, con Kuiper, ha decidido no quedarse al margen.