Los guionistas de la serie Los Simpson, de Matt Groening, supieron jugar bien con el sarcasmo y con la ironía comercial. En primer lugar, porque criticaban ciertas marcas sin jugarse una denuncia. Y en segundo lugar, porque también inventaron otras que acabaron vendiéndose en la vida real, como es el caso de la cerveza Duff. También se insinúa que la famosa cerveza no es más que una parodia de Budweiser (que es conocida como Bud), aunque existen multitud de teorías acerca del porqué del nombre Duff.
Otro icono dirigido a las ventas es Mr. Sparkle (en España Mr. Croquet). Los más fans de Los Simpson recordarán el logotipo corporativo de esta marca japonesa porque se asemejaba a la cabeza de Homer Simpson. El cabeza de familia encontró una extraña caja con una imagen que era igual a la suya. Después de mucho investigar, la historia no fue más que una coincidencia ya que esa cara era realmente la fusión de un pez con una bombilla.
Siguiendo con la lista de las marcas más reconocidas en Los Simpson, Stacey Malibu se llevaría la palma. La famosa muñeca adorada por las niñas de Springfield (y por Smithers) es una clara referencia a la Barbie de Mattel. Hasta guardan similitudes, como los diferentes tipos de modelos, accesorios y hasta año de creación.
Krusty el payaso es el mejor ejemplo que se le podía poner a un personaje de Los Simpson para tratar el tema de la mercadotecnia y el merchandising. Se ha vendido todo lo que se puede imaginar: desde depiladores para el bigote femenino hasta colirios. Sin olvidar el Krustiburguer, asemejándose a la cadena de restaurantes McDonald’s. En el episodio 22 cortometrajes sobre Springfield hay un gag muy certero en el que los policías de la ciudad hablan y comparan los productos del Krustiburguer con un McDonald’s, similar a la escena de la película Pulp Fiction. La verdad es que los gags de Los Simpson que parodian ciertos momentos del cine dan para un reportaje aparte e incluso para un libro de grandes dimensiones.
Respecto a las marcas que directamente se imitan, tampoco se cortan. Si hay que imitar a Apple, se hace, pero con una manzanita con dos bocados y satirizando el sectarismo de la aldea Apple con sus productos y tiendas. Con Chanel sucedió algo parecido, aunque de distinta manera. Aquí era Marge la que iba a una tienda de productos de dudosa calidad y se encontraba (más bien era Lisa la que lo hacía) con un vestido de la famosa marca de diseño. Una ganga así no podía dejarse escapar, así que la madre Simpson compra el vestido para luego hacerle unos ajustes y arreglos con la intención de hacerlo cada vez más diferente. ¿Una crítica a la clase alta y a la obsesión que hay, ya por todo el mundo, de aparentar? Tal vez.
En honor a la verdad cabría declarar que la lista de las marcas que salen -tanto caricaturizadas como no- en Los Simpson es muy, muy extensa. Starbucks, sin ir más lejos, llegó a protagonizar un gag en el que invadía absolutamente todos los locales de un centro comercial. Cuando Bart busca perforarse la oreja en dicho centro comercial, el vendedor le dice: “Pues date prisa, chaval, porque esto será un Starbucks”. Al salir, Bart luce un pendiente y bebe un café. Kellog’s es dibujada, aunque sin mucho sentido. El momento en cuestión muestra a Lenny después de una reunión en la central nuclear besando una caja de los famosos cereales. ¿Publicidad encubierta?
Salga la marca que salga, el abogado de pelo azul se encargará de presentarse con su maletín y dos matones advirtiendo del uso indebido de una marca registrada, como cuando el director Skinner confeccionó el símbolo del festival escolar, copiando, directamente, las famosas orejas de Mickey Mouse. Sin duda, una fina ironía que camina sobre la cuerda floja de los derechos de imagen.
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