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Que no cunda el pánico, ¡mantén la personalidad!


Igual que no se olvida una tarjeta de presentación original, tampoco se olvida a un profesional con sello propio e identidad. Normalmente se tiende a formar parte de una masa social homogénea en la que las personas, como instrumento de trabajo, se transforman en meras ruedecillas de maquinaria. Todos hacen pero nadie brilla. ¿Pero es malo brillar? Para nada. Sacar la cabeza y demostrar tu valía es un acto de valentía que debería hacerse siempre.

Hay que pensar que el trabajo y sus resultados no van a perdurar en el tiempo si uno se limita a cumplir nada más. Cumplir y ser parte de una rutina puede llegar a disolver la ilusión por prosperar, y no hay nada peor que perder la energía por mejorar en el trabajo.

Es por eso que se debe imaginar y potenciar lo mejor de cada uno. Si existe una personalidad marcada, hay que potenciar esa característica. Lo mismo si se tiene una habilidad social especial, como el don de gentes. ¡Pero cuidado! Sin pasarse. El objetivo es dejar huella en el recuerdo de la otra persona y en el trabajo. Que haga lo que se haga, los que vean esa obra sepan que llevan un nombre (aunque físicamente no aparezca).

¿Qué espera un cliente o una persona que requiera de un servicio? Buen trato y profesionalidad además de originalidad, pues algo original también convierte en novedoso todo lo que tiene a su alrededor. ¡Y eso es lo que se busca!

Aunque pueda asustar ser diferente y se caiga en el temor de la marginación por ser distinto, el miedo tiene que desaparecer. Si a un niño que comienza a andar se le advierte del peligro que tiene caerse, acabará obsesionándose y se caerá. Es una fórmula sencilla de entender.

“Si no crees en ti mismo, nadie lo hará por ti”. Hay que empezar por esa máxima. Después irá todo rodado. Eso sí, como se viene diciendo, en su justa medida y sin llegar a ser presuntuoso. Plasma tu sello en tu trabajo y deja que se venda solo por su originalidad y tu bien hacer.

Mantén la calma y piensa en ti mismo y en cómo satisfacer tu sed de profesionalidad. Asegura tus pasos y cree en que nadie puede hacerlo como tú. Puede haberlos mejores o peores, pero nadie es igual que tú.