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Qué deben hacer los emprendedores ante una ‘economía caótica’

Aunque a veces resulte incómodo, la transparencia siempre es la decisión correcta.

Foto: Foto de FOX ^.ᆽ.^= ∫ / Pexels

Como canta Magic Giant: «Disaster Party». Pero hay una cosa increíblemente importante que todo CEO debe hacer. Ser transparente con todo el mundo sobre sus planes.

La transparencia no es la cualidad más citada por los empresarios a los que se pregunta por los rasgos clave que buscan en la alta dirección. O incluso si se les pregunta cuáles creen que son sus cualidades más importantes. Pero, especialmente en tiempos como los actuales, es absolutamente fundamental para el éxito.

La transparencia es clave para que los empleados se sientan plenamente informados, confíen en ellos y estén seguros de su papel en la empresa. También es clave para que los inversores y los clientes sepan que la empresa es íntegra y que no sólo se puede confiar en sus productos y servicios, sino también en su dirección.

Reggie Aggarwal fundó Cvent, una empresa líder en software para eventos, en 1999. Creció rápidamente y en 2000 ya tenía 125 empleados. Entonces estalló la burbuja de las puntocom y no pudo cubrir sus gastos ni conseguir más dinero. Fue totalmente sincero con sus empleados. Dijo a todo su equipo que tenía que despedir al 80% de ellos; que él personalmente dejaría de cobrar un sueldo durante los dos años siguientes y se mudaría a casa de sus padres para ahorrar dinero; y que los que se quedaran tendrían que asumir múltiples responsabilidades, trabajar muchísimo e incluso compartir habitaciones de hotel cuando viajaran por negocios.

Reggie dijo a su equipo que tendrían que hacer lo que fuera necesario para mantener contentos a sus clientes. Su trabajo duro y su transparencia dieron sus frutos. Cvent superó la crisis y siguió creciendo. Salió a bolsa en 2013 con una capitalización bursátil de más de mil millones de dólares. En 2023, Cvent fue adquirida por 4.600 millones de dólares. Hoy tiene 5.000 empleados y 24.000 clientes. Ser transparente en los buenos y en los malos momentos le ha servido a Reggie.

Lee Insinga me contó que había estado muy involucrado en dos empresas diferentes, antes de emprender por su cuenta. Una tuvo éxito y la otra fracasó. Una diferencia fundamental era la transparencia. Una la tenía y la otra no.

En la empresa que fracasó, el director general celebraba reuniones con los altos cargos en las que repasaba una lista de temas sin importancia. Luego se reunía por separado con cada miembro del equipo directivo y discutía cuáles eran los planes reales. Lee hablaba con tres personas distintas sobre las prioridades de la empresa y obtenía tres respuestas diferentes.

La estrategia resultó contraproducente. La dirección había puesto palabras sobre el papel y en su web acerca de la cultura de la empresa, pero no reflejaba ni influía en el funcionamiento de la compañía. Lee pensó que esta clara falta de transparencia era una de las principales razones por las que la empresa nunca iba a tener éxito.

Los valores que decían tener –ser transparentes– no eran los que realmente demostraban. Estaba claro cómo esta falta de transparencia malgastaba recursos, causaba confusión y disminuía la motivación. En definitiva, la empresa fracasó.

Lee me dijo: «Antes de decidir unirme a la segunda empresa, me enviaron su presentación y su presupuesto. Hice algunos cambios y les pregunté: ‘¿Qué te parece? Esto dio lugar a una conversación sustanciosa sobre varios temas importantes. No les importó el reto y valoraron el debate reflexivo. Para mí eso lo era todo. Fueron abiertos, honestos y transparentes».

Para Lee era importante que los fundadores de la siguiente empresa tuvieran los mismos valores que él. Tras explicarles su experiencia en la última empresa, los fundadores de la siguiente acordaron que la transparencia debía ser uno de los valores fundamentales de su empresa. Años después, esa decisión ha sido muy útil para la empresa, tanto para sus empleados como para sus clientes.

La transparencia fue una de las mayores diferencias entre las dos empresas. Aunque a veces resulte incómodo, siempre es la decisión correcta. Solía decir a mis empleados lo mismo que a mis hijos cuando crecían: «Si no eres honesto el 1% de las veces, no puedo confiar en ti el 100% de las veces». Especialmente en tiempos como estos, por tus empleados, tus clientes y tus inversores, haz que todos sepan que pueden contar contigo.

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