1. Ser consciente de la necesidad (no sólo posibilidad) de ser asertivo
Expresar las cosas tal y como las pensamos no es malo. Castanyer define la asertividad como “la capacidad de autoafirmar los propios derechos sin dejarse manipular y sin manipular a los demás”. Comienza por aprender e interiorizar que debes liberar todo aquello que quieras comunicar (de forma correcta).
2. Mejora tu autoestima
Sin una autoestima cuidada hay poco o nada que hacer. Si no eres capaz de valorarte a ti mismo, ¿cómo vas a expresarte con libertad en el trabajo? Dejarás siempre que tus superiores te lleven por el camino que crean conveniente. Así que continúa el plan por mejorar tu autoestima. ¡Quiérete mucho!
3. No dejes que te pueda la ansiedad
Las personas con poca capacidad de comunicación, baja autoestima, introvertidas… lo tienen más complicado para ser asertivas, ya que cuando tienen que expresar lo que piensan (sobre un tema laboral complicado) pueden sufrir cierta ansiedad. Si ese es tu caso, debes aprender a manejarla. ¿Cómo? Respira profundo por la nariz, aguanta 5 segundos y suelta poco a poco el aire. Repite interiormente que es necesario que hagas ese ejercicio de comunicación tranquila. Ensáyalo si lo crees necesario, puede darte seguridad en ti mismo.
4. Aprende a elegir el contexto adecuado para expresarte
No abordes a nadie en el pasillo, ser asertivo no quiere decir ser indiscreto o inoportuno. Tienes que elegir el momento y contexto adecuados para expresar tu opinión de una forma serena y tranquila, exponiendo unos motivos lógicos. Por supuesto, no debes cerrarte a escuchar otras opiniones o puntos de vista.