A veces lo que nos distrae de nuestra tarea no es otra cosa que otros quehaceres que añadimos y que nos acaban distrayendo. Al final acaba sonando todo prioritario y no tenemos muy claro por dónde empezar. Finalmente el agotamiento y la enfermedad acabarán por impedirnos llegar a nuestra meta. Evítalo así:
1- Estructúrate: utiliza horarios, calendarios y herramientas que sean realmente útiles. Al fin y al cabo dedica un tiempo a planificarte de forma eficiente.
2- No seas multi-tarea: a veces te lanzas a por todo… y acabas sin hacer nada. No hagas demasiadas tareas a la vez. Céntrate en cada una al menos 90 minutos. Será rentable.
3- Lo urgente a veces no es importante: que no cunda el pánico. En este paso debes priorizar y para ello escúchate a ti mismo. Si sabes que no es importante, haz primero lo que sí consideres que es. El resto puede esperar.
4- Apaga cualquier dispositivo que pueda entretenerte: hazlo y verás cómo incrementa tu poder de eficiencia. Deja un automensaje si te agobia el hecho de no poder responder. Las notificaciones podrán ser leídas y contestadas pasadas 90 minutos.
5- Tómate algunos descansos: levántate, camina y vuelve con más frescura y energía. Sin “break” no hay rendimiento laboral.
6- Cierra tu puerta: evita ser molestado. En la oficina, procura hacerlo de forma educada. Si lo consigues habrás conseguido hibernar laboralmente.
7- Concéntrate en el premio: fíjate en tu meta, ¿no es perfecta? Pues ahora ve a por ella, no la pierdas d vista en ningún momento (o tu meta te perderá a ti).
8- Celebra las pequeñas victorias: debes pararte y autorecompensarte. Así, puedes celebrar un mini baile o tomarte ese snack entre horas cuando consigas tus pequeños cometidos.
9- Di “no”. Hazlo con los nuevos proyectos porque primero debes centrarte en estos. No es necesario que los dejes colgados, solo que los aplaces.
10- Deja de decir “estoy demasiado ocupado”: esto solo hará que te agobies más y más. Esta frase manida no te aporta nada, en lugar de ella, di “aún me queda mucho por hacer”.