Ubicado en Bombay, Maharashtra (India), Bollywood recibió dicho nombre como producto del juego de palabras entre la industria cinematográfica estadounidense (Hollywood) y el lugar en el que se encuentra. Sin embargo, reducir esta gran industria a la categoría de “producciones cinematográficas provenientes de la India” sería menospreciar la gran labor que ha estado desarrollando a lo largo de toda su existencia.
Curiosamente, se estrenó con una película muda en 1913, destacando dicha curiosidad en que una de las claves del éxito de Bollywood reside en el idioma en el que se realizan las películas. En un país en el que se hablan hasta 22 lenguas diferentes (y todas ellas oficiales), estas producciones realizadas en la ciudad portuaria más importante de la India destacan por ser esencialmente en hindi (a parte de otras menos conocidas como el maratí, tamil, telugu, bengalí, canarés y malayalam).
Dicho idioma es hablado por 380 millones de personas (teniendo en cuenta a la India, Nepal y a Sudáfrica) y además posee una gran similitud con el urdu, idioma oficial en Pakistán y hablado por 104 millones de personas. Por ello, una de las claves más características es la facilidad de llegar a una gran audiencia sin tener que modificar el idioma original de la película.
Sin embargo, estas industrias cinematográficas han conseguido transmitir su esencia particular al resto de países en los que los hablantes no conocen dicho idioma. Por ejemplo, en 2006 las ventas y los beneficios creados por estas producciones fueron mayores en Reino Unido que el propio cine británico. Éxitos como la comedia romántica Garam Masala o la película de ciencia ficción Krrish, consiguieron recaudar 292.033 y 210.499 libras respectivamente en tan sólo la primera semana de emisión y en dicho país. Aún así, el mayor logro lo ha conseguido recientemente PK, recaudando 65,2 millones de dólares en menos de 3 semanas en la India y 9,15 millones en Norte América en el mismo periodo.
Finalmente, y lejos de las cifras económicas, Bollywood ha sabido recuperar el espíritu de los musicales, sacando su mejor partido a la gran pantalla. Y es que si por algo es característico este país asiático es por sus fuertes colores y su peculiar ritmo, tanto en la ficción como en la realidad. De hecho, ha servido de inspiración para conocidas películas americanas como Moulin Rouge o Slumdog Millionaire.