Los bancos británicos tendrán que hacer público que podrán pagar el desaguisado y liquidarse de forma ordenada si colapsan. Es lo que en el sector se llama el ‘testamento en vida’, una idea que ahora ha puesto en marcha el Banco de Inglaterra y que surgió al rebufo de la crisis financiera, cuando gobiernos y reguladores cayeron en la cuenta de que una crisis bancaria puede llevarse por delante una economía. El banco central británico pretende con esta iniciativa, que se aplicará a partir de 2022, que la caída de un banco no les cueste un céntimo a los contribuyentes, ni al Gobierno, y que tampoco tenga mayores consecuencias para los mercados.
Para asegurar la estabilidad del sistema financiero, en 2008 el Gobierno británico invirtió unos 108.000 millones de libras (126.000 millones de euros) en salvar a Royal Bank of Scotland y el Lloyds Banking Group (antes Lloyds TSB), convirtiéndose en accionista de ambos con el 84% y el 43% de sus respectivos capitales, según cálculos del Parlamento británico. Pero el volumen total de ayudas al sistema bancario entre efectivo y avales estatales ascendió a 1,2 billones de libras (1,4 billones de euros) en el momento más crítico de la crisis
Los recursos necesarios
De esta manera, los siete bancos más importantes de Reino Unido: RBS, Barclays, HSBC, Lloyds, Standard Chartered, la filial británica de Banco Santander y Nationwide Building Society, tendrán que evaluar si están en condiciones de continuar operando en circunstancias que les puedan abocar a su cierre o a una profunda reorganización. Y tendrán que demostrar que tienen los recursos financieros para cubrir eventuales pérdidas y continuar atendiendo a la clientela y los contratos vigentes. Los bancos comerciales con al menos 50.000 millones de libras (58.000 millones de euros) en depósitos tendrán que repetir cada dos años la evaluación, además de someterse a las pruebas de estrés anuales del Banco de Inglaterra. En caso de que alguna de las entidades no alcance los requisitos necesarios tendrá que trabajar estrechamente con el regulador británico para que resuelva las deficiencias antes del vencimiento del siguiente informe, previsto para 2022. Las evaluaciones y los informes públicos se elaborarán cada dos años.
El objetivo básico del testamento bancario es que los planes de resolución sean transparentes y bien comprendidos para que en caso de quiebra sean los accionistas y no el contribuyente quienes paguen la factura de su rescate o su disolución. “Las quiebras bancarias desordenadas pueden poner en peligro la estabilidad financiera, incluida la interrupción de los servicios más importantes que los bancos brindan a sus clientes”, ha señalado Jon Cunliffe, vicegobernador del Banco de Inglaterra.
Estados Unidos también exige el testamento al sector bancario aunque la Reserva Federal, el equivalente al banco central, ha dulcificado sus características, así como otras exigencias regulatorias recogidas en la ley Dodd-Frank que fue aprobada bajo la presidencia de Barack Obama para corregir los excesos que dieron lugar a la crisis.
La ley Dodd-Frank
Los cambios introducidos modifican la frecuencia con la que los testamentos tendrán que actualizarse. Suavizar el nuevo marco regulatorio ha sido uno de los objetivos del actual presidente Donald Trump.
Algunos de los mayores bancos estadounidenses son hoy aún más grandes que en el estallido de la crisis, cuando se abrió un intenso debate en la clase política del país para limitar su tamaño y evitar situaciones de moral hazard (riesgo moral), por las que un gran banco siempre sería rescatado porque en caso contrario el riesgo para el sistema sería más costoso. Es lo que el mundo financiero acuñó ‘too big to fail’ (demasiado grande para caer). En este contexto se gestó la ley Dodd-Frank, que si bien no recogió las posiciones más duras, como segregar los grandes bancos, reforzó, en cambio, los órganos reguladores con mayores competencias de vigilancia. Al cierre del año pasado, JPMorgan Chase tenía un volumen de 2,5 billones de dólares en activos frente a 1,5 billones en 2007; Bank of America, tenía unos 2,3 billones contra 1,7 billones y Wells Fargo duplicó su balance desde entonces a cerca de 2 billones de dólares. En la eurozona no se publicarán estos testamentos, según la Asociación Española de Banca (AEB), porque “desde hace cuatro años la Junta Única de Resolución (SRB en sus siglas inglesas) [encargada de garantizar la disolución ordenada de los bancos en crisis] establece un plan de resolución para las entidades. Y estas a su vez deben tener preparado un plan de contingencia. En definitiva, los bancos fijan un plan que trata de prevenir los problemas y las autoridades (SRB) fijan un plan para resolverlos en caso de que se materialicen”, señalan a Forbes.