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Buenas causas digitales: la solidaridad en red

Mi marido me hizo firmar un contrato por el que yo me comprometía a seguir casada con él aunque me siguiera pegando”, dice la sevillana Ana Bella Estévez, de 47 años, en un video en el que narra su pesadilla para llamar la atención sobre la violencia machista. En 2006, libre ya de las ataduras del pasado, Estévez comenzó a ayudar a mujeres supervivientes de las palizas de sus parejas. A algunas les dio techo; a otras quizá les bastó con el mensaje que empezó a difundir sobre cómo se sale de una relación de maltrato. Empezaron a lloverle las llamadas y decidió crear una fundación que llevara su nombre. Pero, como tantas organizaciones no gubernamentales de pequeño tamaño, carecía de medios suficientes para llegar más lejos. Ana Bella recibía donaciones de aquí y de allá, pero no era suficiente.

Entonces, ISDIgital Foundation, la Fundación de ISDI, se fijó en ella. El de Ana Bella fue uno de los proyectos sociales que seleccionaron el año pasado para darle un empujón. Siete exalumnos de ISDI y un tutor de la entidad se presentaron voluntarios para contribuir a que las ideas de Ana Bella Estévez dejaran más huella. No lo hicieron inyectando dinero en su cuenta, sino empleando su tiempo y aplicando todas las herramientas que habían aprendido a su paso por las aulas. Desarrollaron una consultoría digital y le sugirieron un plan de negocio para que pudiera acercarse a cumplir sus objetivos.

La transformación que han traído las nuevas tecnologías y los modelos comerciales emergentes que han provocado el nacimiento de soluciones como Amazon, Uber o Airbnb han cambiado la forma en la que vivimos. Y la disrupción digital también puede transformar radicalmente a miles de pequeñas organizaciones con presupuestos para innovar ínfimos. “Si podemos combinar la creatividad y la persistencia de organizaciones benéficas, donantes y ONG, con la flexibilidad y el poder de lo digital, podemos crear un impacto social increíble”, dice Dan Sutch, codirector y fundador de la corporación Centre for Acceleration of Social Technology (Cast).

Según relata Sutch a la publicación británica Third Sector, especializada en actividades sin ánimo de lucro, “cuando las organizaciones benéficas adoptan la tecnología pueden escalar soluciones innovadoras para los problemas sociales”. Y aporta el ejemplo de Seap, una compañía también británica e independiente de servicios de asesoría gratuitos. Esta desarrolló una herramienta online llamada C-app para ayudar a aumentar la confianza de la gente que acudió a entrevistas para obtener un subsidio de discapacidad. Casi 200.000 personas han usado C-app, multiplicando de este modo el alcance de la organización benéfica Seap por 1.500.

En el caso de Ana Bella Estévez, aquel video que grabó mirando a cámara y contando su historia se hizo viral y obtuvo unos 80 millones de visitas, y su Fundación creó una red de mujeres de confianza a través de Facebook en la que ellas pueden expresarse sobre sus experiencias y sus dudas.

“Antes, una mujer maltratada tenía que ir a la policía para denunciar, escondiéndose. Ahora tiene más soluciones a su alcance, aunque su situación de maltrato sea la misma. O, si eras voluntario de la Cruz Roja, te ibas a una zona desfavorecida a ayudar. En cambio ahora puedes hacer algo desde casa si no tienes demasiado tiempo. Eso ha facilitado mucho todo. Además, en el mundo hay una brecha enorme entre los conectados y los no conectados, y queremos favorecer que se cierre. Hay países en los que todo puede cambiar en el momento en el que los conectas, cuando todos pueden hablar y se pueden ver. O cuando se da una oportunidad a las mujeres a las que no dejan tener acceso a la educación o al trabajo. Lo digital nos acerca, nos une y reduce los huecos de desigualdad”, dice María Trénor, la directora de ISDIgital Foundation, la Fundación que apuesta por una revolución digital para todo el mundo.

“Las ONG llegan ya a todas partes sin tener que trasladarse físicamente, y realizan la mayor parte de sus actividades de difusión y de recaudación online, mientras que antes prácticamente solo se consideraba el trabajo de campo, el llevar ayuda allí donde se necesitaba, y campañas en persona en la calle. El primer plan que hicimos en ISDIgital Foundation con Unicef, proveyéndoles de formación, hizo que sus socios se multiplicaran vía online. Y no es solo que las ONG consigan más fondos desde que existe lo digital. Ahora la educación en países subdesarrollados es la herramienta que va a sacar a la gente adelante, lo que les va a dejar poso. Esto lo digital lo multiplica. No es solo ayudar a los países pobres, es hacer llegar causas, como los derechos humanos y el maltrato animal”.

En busca del bien común

Existen miles de individuos y empresas colaborando entre ellos unidos por una buena causa. Por ejemplo, Matt Haworth, de Manchester (Inglaterra), cofundó hace una década Reason Digital a los 20 años. Se trata de una empresa de tecnología ‘social’ que factura dos millones de libras (2,23 millones de euros) y que ofrece servicios como el desarrollo de webs, de aplicaciones móviles, recaudación de fondos, investigación y estrategias digitales, entre otros. Sus 45 empleados solo trabajan en proyectos con un “impacto social positivo en las personas y que cambian vidas para mejor”, según el portal UK Fundraising.

“Tal vez no seamos lo que piensas cuando imaginas el emprendimiento tecnológico. Nos impulsan objetivos muy diferentes. Para un emprendedor tecnológico típico, los usuarios suelen ser monetizados y seleccionados por su valor, ya sea por sus datos, su atención o sus preferencias de voto. Para nosotros, los usuarios son las personas con las que queremos trabajar para encontrar formas innovadoras de mejorar sus vidas. No apoyamos a organizaciones benéficas a través de un brazo de responsabilidad social corporativa de nuestra empresa. Nuestra misión es ayudar a las causas por las que luchan las organizaciones benéficas. Al aprovechar lo digital para el bien, hemos ayudado a recaudar decenas de millones de libras para organizaciones benéficas”, dice Haworth.

Las ganancias de Reason Digital financian otras innovaciones, y se han implicado en proyectos para reducir el estigma del virus del sida, para ayudar a niños con cáncer y a drogodependientes, entre otros. Haworth también invirtió en Gone for Good, una aplicación que permite subir fotos de muebles y de productos no deseados para que luego sean recogidos en tiendas de caridad. Gone for Good se convirtió en un negocio independiente, con socios benéficos como British Heart Foundation y Oxfam, que ha recaudado más de un millón de libras en donaciones para caridad.

A diferencia de las empresas de Matt Haworth, la Fundación de ISDI no pretende donar dinero, sino formación, experiencia, saber hacer. Lo hizo con Ana Bella Estévez y también con Dona Kolors, una marca social de ropa y complementos artesanales erigida por mujeres que han sobrevivido a la esclavitud sexual. Ellas tejen las prendas que venden en el taller de costura del centro de atención social El Lloc de la Dona de Barcelona, gestionado por las Hermanas Oblatas. En este caso, ISDIgital Foundation contribuyó, junto con el programa Desafío de Talento Solidario de la Fundación Botín, con una consultoría digital estratégica para desarrollar el concepto de marca y mejorar su web y su comercio electrónico. Durante un trimestre, un equipo de cuatro exalumnos lo hizo posible.

Otro de los beneficiados ha sido el ingeniero de telecomunicaciones español David Calle –alias el profesor más conocido de internet–, quien fundó en 2011 la organización educativa Unicoos, que inició su actividad como un canal en YouTube de videos de matemáticas, física, química y tecnología de Secundaria, Bachillerato y primeros cursos universitarios. Tres años más tarde, inauguró una plataforma web para que los usuarios accedieran a sus contenidos más fácilmente, y creó un foro para que pudieran resolver sus dudas y ayudarse entre ellos. Añadió al conjunto una escuela virtual para alumnos migrantes y refugiados a los que una ONG daba clases de apoyo escolar. Para que terminara de funcionar la idea y apoyar la integración de esos jóvenes migrantes, a los voluntarios de la Fundación de ISDI se les ocurrió subtitular los videos ya existentes en la Red al árabe, pues es la quinta lengua más hablada en el mundo (250 millones de personas se comunican con ella) y la primera en España después de las lenguas oficiales. Y, junto a David Calle, idearon el plan de acción y lo pusieron en marcha.

Los voluntarios de ISDIgital Foundation son siempre egresados. Y hasta que no se gradúan no pueden comenzar a cooperar. “Desde que vienen a estudiar empiezan a preguntarnos cuándo les tocará a ellos. Tienen muchísimas ganas de ayudar. Es muy esperanzador y emocionante. No solo quieren transformar su vida (cambiando de trabajo, por ejemplo) y su empresa al venir a estudiar a ISDI. También están intentando devolver una parte a la sociedad, al mundo, para hacer el bien”, comenta María Trénor.

A la red de voluntariado de ISDI los responsables de la entidad les llaman ‘voluntarios digitales’. En ISDI aprenden a diseñar la web corporativa, los sistemas de crowdfunding, las estrategias de redes sociales y otros refuerzos tanto para entidades lucrativas como para iniciativas de emprendimiento social. Los voluntarios aplican el mismo sistema que han aprendido en clase a una causa. En cuanto a la selección de los proyectos de consultoría, suelen elegir a pequeñas ONG con necesidades, o bien a proyectos específicos con poca dotación de otras mayores. Hay muchísimas que carecen de web o de cualquier otra infraestructura digital, y la mayoría requiere de fondos. Guiarles a través del proceloso mundo de las redes sociales también contribuye a que recauden dinero de manera eficaz.

Por su parte, las ONG disponen de un formulario en la web de la Fundación para postularse. Las que resultan electas por un comité ad hoc tienen suerte: los voluntarios surgen en pocos minutos. Otra manera de resultar beneficiadas es formarse en ISDI a un precio mucho menor que el habitual en los casos en los que se decide que sean beneficiarias de esta forma. El caso es aprovechar las ayudas. Son para hacer el bien.