Empresas

Empresas y Estados: mucho por hacer

Los grandes países desarrollados, según los directivos consultados por The Conference Board, necesitarán añadir a su fuerza laboral entre 16 y 18 millones de personas altamente capacitadas el año que viene. Al mismo tiempo, un estudio del McKinsey Global Institute sugiere que las empresas, con lo que hay, no van a poder llenar el 10% de las vacantes de alta cualificación. Por si esto fuera poco, sigue el mismo análisis, 95 millones de trabajadores carecerán de las habilidades y conocimiento necesarios para encontrar un empleo.

Las administraciones tienen que repensar con urgencia sus políticas educativas. Aunque pueda resultar increíble en estas circunstancias, la gestión del talento en muchas de las mayores compañías del mundo parece más bien pobre. Así, según un sondeo de McKinsey, más de un 80% de los directivos encuestados admite que sus compañías no están a la altura a la hora de atraer grandes talentos y de identificar con claridad a los que, ya dentro de la organización, rinden a un nivel alto o bajo. Las cifras son aún más desmoralizantes si tenemos en cuenta que más del 90% de los directivos no considera que sus marcas retengan a los mejores profesionales, ni que desarrollen rápida y efectivamente las capacidades de la plantilla, ni tampoco que se deshagan a tiempo de los trabajadores que menos rinden. Es aquí, en el punto en el que converge la sensación de que las políticas de recursos humanos son insuficientes, el ascenso de nuevas tecnologías como los datos masivos o el machine learning y la convicción de que vivimos una guerra por atraer y retener los mejores perfiles, donde se ve que la revolución del talento está madura y lista para reventar las concepciones tradicionales de empleados y empresas.