Alrededor de 800.000 millones de dólares (726.000 millones de euros) es la diferencia en valor bursátil que separa a la mayor de la menor de las 100 empresas líderes mundiales. Las empresas de tecnología y comercio electrónico acaparan la parte alta de las clasificaciones, con un núcleo muy concentrado en la cúspide, cuya capitalización difiere relativamente. Por ejemplo, entre la que ocupa el cuarto y el primer puestos pueden separarlas apenas 90.000 millones de dólares (81.600 millones de euros) en valor bursátil, sin embargo, entre la quinta y la cuarta el gap se dispara hasta los 340.000 mil millones (308.400 millones de euros).
Estados Unidos continúa dominando el Top 100 global, con 54 compañías que representan el 63% del valor total, en comparación con el 51% de hace diez años. La lista de Europa se redujo en 11 compañías, con una pérdida de valor del 12% durante el mismo período. “Estados Unidos continúa siendo la potencia del Top 100 global, con los cuatro principales gigantes jugando actualmente en una liga propia. A largo plazo, esperamos ver una contribución creciente de India y otros mercados en desarrollo con compañías tecnológicas, sobre todo de la Gran China [entendida como tal China continental, Hong Kong, Macao y Taiwán], desafiando la situación actual. La prominencia de empresas de la Gran China entre los principales unicornios mundiales puede ser un anticipo”, señala Ross Hunter, de la consultora internacional PwC.
Amplificando las diferencias
Pero si en los últimos 20 años la distancia entre las llamadas empresas superestrellas y las medianas no ha hecho más que crecer y crecer, el mismo fenómeno se ha repetido entre estas y las pequeñas, como parte de un proceso de dimensionamiento que ha amplificado las diferencias. Según McKinsey Global Institute (MGI), las superestrellas que integran el actual universo empresarial ganan 1,6 veces más de promedio que sus pares de 20 años atrás. Y, paralelamente, las que forman parte del 10% inferior pierden 1,5 veces más que sus iguales de la misma época, pero una quinta parte de estas vive una situación casi desesperada pues no consigue generar suficientes beneficios antes de impuestos para poder afrontar los intereses de su deuda. Esto hace pensar a los expertos de MGI que las agudas diferencias entre el vértice y la base de la pirámide empresarial no solo podrían ser el reflejo de las dinámicas corporativas, sino también de los efectos de la situación macroeconómica. Así, el 80% de las empresas registra beneficios cercanos a cero, mientras que el 10% más bajo destruye tanto valor como lo crea el 10% más alto. Y de esta porción, el 1% que genera más beneficios, es decir, las firmas que crean más valor económico, concentran el 36% de los beneficios de las compañías con unos ingresos anuales superiores a los 1.000 millones de dólares (906 millones de euros).
La competitividad del mercado es tan intensa que ninguna empresa tiene garantizada su posición de líder y, a la inversa, las hay –pocas– que desde los niveles inferiores han llegado a lo más alto. En cada una de las dos últimas décadas, periodo elegido como ciclo de negocio, casi el 50% de todas las firmas superestrellas cayó del 10% más alto y cuando cayeron, el 40% se precipitó al 10% ciento más bajo. Lo mismo podría decirse del 1% de la cúspide. Alrededor de 2/3 de sus integrantes actuales son nuevos, es decir que ha habido una elevada rotación de las empresas top en el citado periodo.
“Las superestrellas comparten varias características comunes. Además de captar una mayor proporción de ingresos y de distanciarse de sus competidoras, exhiben niveles relativamente más altos de digitalización; mayor cualificación laboral e innovación; más conexiones con los flujos mundiales de comercio, las finanzas y con los servicios, y cuentan con más activos intangibles que sus iguales”, señalan los expertos de MGI, que han analizado cerca de 6.000 empresas de las más grandes del mundo, con ingresos anuales superiores a los 1.000 millones de dólares y que en conjunto representan el 65% del beneficio bruto mundial.
Más diversidad geográfica
También las empresas top son más globales que hace 20 años. La diversidad geográfica forma parte de su cultura corporativa y representa una de sus señas de identidad. Significativamente, las norteamericanas –Estados Unidos y Canadá– han perdido cuota global pasando del 45 al 38%, así como las europeas, que han cedido 12 puntos porcentuales hasta el 24% por la irrupción de las compañías chinas que, de estar ausentes hace 20 años, ahora ostentan una cuota mundial del 8%, y del resto de Asia, cuya cuota ha subido siete puntos hasta alcanzar el 22% del mercado mundial. El ascenso de las grandes empresas asiáticas a nivel global es creciente y es notorio que se está produciendo a costa de sus competidores occidentales.