Ya no sólo por el boom de la comida japonesa, el wasabi ha sido un producto realmente demandado en los últimos 30 años. Y es que este tipo de rábano picante japonés es un bien muy valioso debido a la gran dificultad que tiene su cuidado. Brian Oates es uno de los pocos estadounidenses que ha conseguido sacar adelante este producto, y rentabilizarlo en el mercado, según cuenta en su entrevista realizada por la BBC.
“Esto es casi como oro… y uno espera cobrar mucho por el oro. Bueno, nosotros esperamos cobrar mucho por el wasabi” confiesa el señor Oates, dueño de la empresa Pacific Coast Wasabi. ¡Y no es para menos! Esta cotizada planta se vende a 160 dólares cada kilo cuando la venta es al por mayor y por 308 dólares a los restaurantes. Su gran dificultad reside especialmente en la cantidad de agua que tiene que recibir este producto. Carol Miles, profesora del departamento de horticultura de la Universidad del Estado de Washington explica que “es una planta que ama el agua, pero que no debe crecer completamente sumergida como los lirios o algo similar. En general, el agua corre sobre el cultivo, de manera que crece en una especie de cama de agua y eso no es muy común en Estados Unidos”.
No obstante, y como sorpresa para muchos amantes del sushi, no siempre que pedimos un poco de este producto en un restaurante, nos ofrecen la planta original. Al igual que ocurre con otras muchas comidas de precio elevado, se modifica para obtener una mezcla con sabor parecido al auténtico, pero con un coste mucho más reducido. Solamente el 5% proviene de la planta original. Generalmente suele ser una mezcla de mostaza (para darle el toque picante), rábano europeo (para proporcionarle ese color verde tan peculiar) y colorante de comida para que coja el color característico del wasabi.
No obstante, su precio tan elevado se basa, no sólo en su dificultad a la hora de cultivarlo, y por lo tanto, su escasez en el mercado, sino también en su complicada elaboración. Suele obtenerse tras haber presionado la raíz sobre un rallado especial (generalmente realizado con piel de tiburón ya que esta es mucho más dura y áspera). Curiosamente, ese sabor picante que tanto caracteriza a este producto solamente durante entre 10 y 15 minutos después de su elaboración.
Y como siempre, donde hay una dificultad hay un reto y un nuevo mercado. Esto fue lo que tuvo que pensar Nobu Oichi, dueño de un restaurante japonés en Vancouver, el cuál ofrece a sus clientes la posibilidad de elaborar este producto in situ. “Le ofrecemos al cliente el rallador con el wasabi, para que disfruten de la experiencia de prepararlo”. Ya no sólo aporta una nueva sensación a los comensales, sino que además no tiene que invertir el tiempo y el esfuerzo en realizarlo.