La empresa familiar es uno de los puntales de la economía mundial, representa entre el 70 y el 90% de la misma, y es uno de los grandes motores globales en volumen de facturación y de creación de empleo. Y a pesar de la tendencia que guía a los grandes grupos corporativos a ganar tamaño con compras o fusiones su futuro parece asegurado.
Para sobrevivir, la cultura de la empresa familiar está cambiando y adaptándose más o menos al ritmo que lo hace el resto de la economía y, en contra de lo que pueda percibirse, está incorporando a sus estructuras estrategias y modelos de gestión que en la mayoría de los casos son tan innovadores y avanzados como los que aplican los grandes grupos empresariales internacionales.
“Los estudios recientes ponen de manifiesto que las empresas familiares figuran entre las organizaciones más innovadoras en sus mercados, y que pueden, incluso, innovar a un ritmo más acelerado que otros tipos de empresas. […] No obstante, el ritmo actual de cambio tecnológico provoca que sea más difícil que una sola organización pueda contar con todos los recursos, capacidades y tecnologías necesarias para mantener el ritmo de la innovación. Esto está llevando a las empresas a colaborar para el desarrollo de nuevos productos o servicios, contribuyendo así a una mayor evolución de los ecosistemas de negocio”, señala un reciente estudio de la consultora internacional Deloitte.
Creadoras de empleo y riqueza
Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), organización multilateral de la que forman parte los países más desarrollados, las pequeñas y medianas empresas generan la mitad del empleo y del valor añadido de todo el área, lo que da una idea de su protagonismo teniendo en cuenta que en el 70%-95% de los casos son microempresas (con menos de 10 empleados).
Las empresas que mejor compatibilizan la vida familiar y laboral
¿Qué hace a este tipo de empresas tan competitivas? Según la consultora internacional KPMG, las empresas familiares cuentan con estructuras más flexibles e informales en sus procesos, planes de negocio y de gestión, lo cual puede ser muy beneficioso para su crecimiento. “Su agilidad en la toma de decisiones puede representar una ventaja, en muchas ocasiones, frente a las estructuras más rígidas de otro tipo de compañías”, señala la consultora. Una gran parte del éxito radica también en que para la inmensa mayoría de las empresas familiares europeas es crucial contar con buenas estructuras de gobierno y procesos, hacer que funcione la comunicación intergeneracional y mantener el control de la compañía dentro de la familia.
Por su parte, el estudio de Deloitte, en formato de sondeo y en el que han participado 575 directivos de empresas familiares de 52 países, señala que la mayor parte de la nueva generación de directivos está convencida de que su empresa está bien equipada para adaptarse a un ecosistema cambiante. El 76% indicó que su empresa familiar está bien financiada y no depende particularmente de financiación externa. Asimismo, el 74% afirmó que nada debe cambiar en lo que respecta a los valores y la cultura familiares.
Consolidación en España
“En general, a los directivos de empresas familiares no les entusiasma ceder el control, con el fin de mantener a la familia al frente de la empresa. La mayoría de los encuestados no cree que perderá el control sobre su empresa, incluso en el marco de unos ecosistemas cambiantes. No obstante, alrededor de una tercera parte de los encuestados piensa que los ecosistemas de negocio amenazan en cierto modo el control de la familia sobre la empresa. Entre las posibles razones para esta visión está el miedo a ser absorbidos y el recelo a entablar relaciones de interdependencia con una red ampliada a otras entidades”, precisa Deloitte.
Según el Instituto de la Empresa Familiar (IEF), una organización de ámbito estatal y sin ánimo de lucro, en la Unión Europea hay 17 millones de empresas familiares que generan unos 100 millones de empleos, mientras que en Estados Unidos representan el 80% del entramado empresarial y crean el 50% del empleo privado.
En lo que respecta a España, el IEF estima en 1,1 millones el número de empresas familiares, lo que equivale a casi el 90% del tejido empresarial nacional, una ratio que confirmaría la consolidación de la empresa familiar en el mercado doméstico y su relevante papel como principal generadora de empleo. En España, el 67% del empleo creado (6,58 millones de puestos de trabajo) lo es gracias a las empresas familiares, que generan el 57% de la riqueza total del país.