El concepto tradicional de inversión, cuyo único fin es recibir en contraprestación una rentabilidad económica, está cambiando profundamente. La preocupación social hacia la sostenibilidad y todo lo que la rodea: cambio climático, revisión del modelo de crecimiento, la globalización, la mejora de la gobernanza empresarial o la creciente desigualdad, está generando un nuevo tipo de inversor ‘comprometido’ que quiere que su dinero se emplee con arreglo a criterios ambientales, sociales y de gobernanza (criterios ASG). Este enfoque, que combina la rentabilidad con la corresponsabilidad social, está cambiando la industria de la gestión de activos, que ahora ha de abrirse a esta nueva tendencia y adoptar sus criterios en la selección de activos o de proyectos para atraer el dinero del creciente número de inversores sostenibles.
El auge de la inversión sostenible y la creciente atención social a la gobernanza ética han ido parejos a las políticas internacionales dirigidas a frenar el cambio climático, como el Acuerdo de París, o a impulsar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Estas iniciativas están sirviendo para alentar propuestas que hagan posible un sistema financiero sostenible. Algunos ejemplos de estas iniciativas son el Task Force on Climate-related Financial Disclosures, los Principios de Inversión Responsable, los Principios de Seguros Sostenibles, el desarrollo de una iniciativa de banca sostenible de Unep Fi (alianza mundial promovida por la ONU para hacer un sector financiero más sostenible), o el Plan de Acción sobre Finanzas Sostenibles de la Comisión Europea.
La filosofía de la inversión sostenible y responsable (ISR) utiliza los citados criterios en el proceso de análisis y de selección de valores de una cartera de inversión. Es, como señalan los especialistas, una fusión de análisis fundamental y de gestión activa combinados con la evaluación de dichos criterios para lograr un doble objetivo: una mejor rentabilidad a largo plazo para los inversores y el conjunto de la sociedad, e influir, por ejemplo, sobre el comportamiento de las empresas.
Un momento ‘dulce’
“Estamos asistiendo a un momento ‘dulce’ en cuanto a la ISR, viendo que tanto entidades como clientes particulares están cada vez más preocupados por el destino final de sus inversiones, y ayudando a la creación de productos con un propósito extrafinanciero. Esta tendencia está igualmente extendida a otros ámbitos, y la ola por la sostenibilidad afecta a todos los sectores de la sociedad, lo que en el fondo desemboca en una mayor alineación a nivel de valores entre todos los actores de la ecuación”, afirma Cristina Martínez, gerente de productos de inversión y ahorro de Triodos Bank, entidad holandesa de banca ética nacida en 1980 y cuya intermediación financiera se realiza en su totalidad en base a criterios ASG. En su web declara haber contribuido a evitar emisiones por 2,4 millones de toneladas de CO2.
La mayor gestora europea y una de las diez más importantes del mundo, la francesa Amundi, que agrupa las operaciones de Crédit Agricole y Société Générale, gestiona un volumen de activos de 1,4 billones de euros, del que el 20% es inversión socialmente responsable. “En líneas generales, en los últimos años hemos visto un mayor apetito por parte de los inversores en fondos con criterios ASG y, por consiguiente, la oferta también es mayor. En cuanto al futuro, auguramos que ese interés del inversor sea aún mayor y por ello nos hemos adelantado a esta tendencia con el lanzamiento del Plan de Acción a 3 años [según este plan, en 2021 el análisis de ASG se integrará en el conjunto de fondos e iniciativas de Amundi para favorecer inversiones en proyectos con un impacto ambiental o social positivo]”, declara Jorge Díaz, responsable de ventas institucionales de Amundi Iberia.
Una gestora con una larga historia vinculada a la inversión sostenible es Tressis. Con un patrimonio bajo gestión de más de 4.000 millones de euros, su ‘trayectoria natural’ en el mercado español, según declara su director de Inversiones, Ignacio Perea, ha pasado desde la Responsabilidad Social Corporativa hasta la Inversión Socialmente Responsable. “A partir de 2014 buscamos una manera de no solo donar, sino de invertir generando un impacto social. Entonces creamos las carteras de fondos sostenibles y posteriormente nuestro fondo Cartera Sostenible”.
En cuanto al tipo de inversor doméstico, el perfil ha ido también cambiando significativamente, añade Perea. “Al principio eran especialmente congregaciones religiosas y fundaciones, pero estamos empezando a percibir interés de algunos actores del sector financiero y de empresas familiares, que han seguido una trayectoria similar a la nuestra. También el cliente minorista ha empezado a hacer acto de presencia en nuestras carteras socialmente responsables. Es cierto que las primeras estrategias, más vinculadas a la exclusión, reducían el universo de inversión. No obstante, el concepto de sostenibilidad que han impulsado los grandes fondos de pensiones, preocupados por el largo plazo, no implica en absoluto una renuncia a la rentabilidad”.
En Amundi constatan que el inversor institucional es por el momento el que muestra mayor interés por la inversión ISR, de forma especial los fondos de pensiones, aunque es creciente el interés de los inversores finales. “[…] hasta el momento hemos detectado un mayor interés por parte del cliente institucional y, especialmente en cuanto a tipo de producto se refiere, en los fondos de pensiones. Si bien es cierto [que] en los últimos años observamos también [que] los distribuidores y los inversores particulares demuestran interés creciente por la inversión socialmente responsable. No en vano, cada vez se habla más de las inversiones con criterios ASG y el cliente está también más concienciado con estos temas”, añade Díaz.
Patrimonio sostenible en España
Entre 2015 y 2017 los activos bajo gestión ASG en España crecieron un 10% hasta los 185.614 millones de euros, representando el 62% de los activos bajo gestión profesional, según datos de un reciente informe de Spainsif, asociación sin ánimo de lucro integrada por entidades financieras y de gestión que promueve la inversión sostenible y responsable en España.
Los fondos de inversión sostenibles y responsables comercializados en España por instituciones de inversión colectiva, tanto nacionales como extranjeras, superaron en 2018 los 30.000 millones de euros en activos bajo gestión, con una tasa de crecimiento en los dos últimos años del 32%, cifra superior a la del total del mercado de fondos de inversión que creció, en el mismo periodo, un 20%, según Spainsif.
La firma británica Schroders, con dos siglos de experiencia en la gestión de inversiones, realizó en 2017 una encuesta a 22.100 inversores de entre los treinta países en que opera cuyo resultado principal fue que el 78% de los encuestados declaró otorgar una mayor importancia a las inversiones sostenibles y responsables que cinco años atrás. En el caso de España, el porcentaje era del 81% de los encuestados, y de ellos el 61% declaró haber aumentado sus inversiones en fondos sostenibles y un 35% que lo hace a menudo.
Según Spainsif, la “tendencia de crecimiento con un protagonismo significativo de los fondos de inversión pertenecientes a instituciones extranjeras, se ha generalizado a las instituciones de inversión colectiva nacionales, cuyo número de fondos de inversión ASG comercializados ha crecido un 53% el último año, alcanzando los 23 fondos de inversión”.
En España ya se están empezando a comercializar fondos de pensiones individuales ASG, si bien con una presencia testimonial, tanto en patrimonio como en número de fondos. En los dos últimos años han crecido por encima del 4%, con un patrimonio total bajo gestión de 1.250 millones de euros.
Muy distinta es la situación de los fondos de pensiones de empleo, que siguen siendo un actor clave en el mercado de la ISR nacional. El 72% del total incluye criterios ASG, lo que representa un patrimonio de 28.000 millones de euros.
“En España, donde Triodos desembarca en 2004, se ofrecen a los clientes dos formas diferentes de participar en inversión socialmente responsable. Una más ‘convencional’, enmarcada en un plan de pensiones con un perfil de riesgo moderado y una política de inversión que prima los criterios ASG frente a los estrictamente financieros. Y otra más indirecta, mediante la inversión en el capital social del banco, que permite al inversor final participar en el desarrollo de una economía real, a través de la financiación de proyectos con un marcado carácter sostenible”, añade Cristina Martínez.
En una comparativa realizada por Spainsif entre diferentes índices de sostenibilidad internacionales y españoles, su principal conclusión es que la “inversión sostenible y responsable en España está en un punto de inflexión en el que la tasa de crecimiento se consolida y la calidad de la ISR, atendiendo al crecimiento por estrategias, da un salto cualitativo, señal de la mayor madurez del mercado ISR español”.
La sostenibilidad es rentable
La diversidad de formas en que se aplica la inversión sostenible ha ido desarrollándose de tal manera que en la actualidad un inversor que desee adentrarse en este tipo de inversión encontrará tanta información que se puede sentir abrumado a la hora de elegir un producto o un activo, y probablemente no se sienta muy capaz de diferenciar un producto ISR de otro tipo de inversión relacionada con la economía verde o social, la filantropía o los productos de inversión solidarios.
“[…] la inversión sostenible y responsable incluye formas de inversión tradicionales como los fondos de inversión o planes de pensiones (que tienen en cuenta criterios ASG en sus políticas de inversión), nuevas dimensiones de productos ampliamente utilizados como los bonos verdes, sociales y sostenibles (productos de deuda destinados a financiar proyectos relacionados con la economía verde, social o sostenible) y nuevos enfoques, como la inversión de impacto (este tipo de inversión sostenible y responsable busca obtener de forma simultánea rendimientos financieros competitivos y producir un impacto ambiental y/o social significativo)”, señala Spainsif.
Son numerosas las grandes empresas españolas que siguen los criterios de sostenibilidad en su política corporativa. Así, CaixaBank, que forma parte del Índice Dow Jones de Sostenibilidad (DJSI por sus siglas en inglés), acaba de lanzar su primera línea de crédito para combatir el cambio climático a través de un programa específico del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para financiar proyectos de pymes y particulares enfocados a la lucha contra el cambio climático.
Una cuestión inevitable es si el inversor sostenible está dispuesto a sacrificar rentabilidad en aras de los objetivos de la inversión. “Si bien no podemos afirmar que todos los inversores de productos ISR están dispuestos a sacrificar rentabilidad por los objetivos de sostenibilidad, sí podemos hacerlo con respecto a que hacen una apuesta más fuerte por productos que incorporan ese componente, con la finalidad de que sus inversiones se materialicen en un impacto positivo en la sociedad.
La tendencia creciente de creación de productos que siguen estos criterios de ISR lo que sí permite a los inversores es disponer de una mayor oferta entre la que diversificar sus inversiones, pudiendo crear estrategias para proteger así sus carteras, como actualmente se hace con los activos convencionales”, añade Cristina Martínez, de Triodos Bank.
Según esta especialista, los inversores de ISR no difieren de un inversor cualquiera, salvo que están dispuestos a hacer una apuesta más fuerte en productos que incorporan el componente sostenible. “Estos inversores buscan productos equilibrados, que respondan a sus necesidades financieras, si bien priman aquellos que puedan darles una rentabilidad ‘extra’ que no tiene que ver con una rentabilidad económica”.
“El objetivo de todo inversor es la rentabilidad, pero no a cualquier precio. En todo caso, es un error pensar que la inversión socialmente responsable no implica una rentabilidad. En este sentido, en Amundi acabamos de publicar un estudio que demuestra que el análisis ASG influye positivamente en la rentabilidad de las carteras de inversión. Según esta investigación, realizada entre 2010 y 2017, observamos cómo 2014 marca un punto de inflexión con el análisis ASG impulsando un rendimiento superior en renta variable de mercados desarrollados, con un fuerte impacto del factor de gobierno corporativo en la eurozona y del criterio medioambiental en Norteamérica”, añade Díaz, de Amundi Iberia.