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Los desafíos del automóvil

Hace no mucho, en la celebración de una de las citas más importantes para la industria de la automoción en España, el Automobile Barcelona 2019, ANFAC afirmó, de nuevo, que actualmente los fabricantes de coches se enfrentan a uno de los cambios más importantes de su historia, el mayor, quizá, de los últimos 100 años. Miramos hacia un futuro de grandes desafíos para la industria. Un nuevo horizonte en el que la tecnología se encuentra en el centro de todos estos cambios, hacia cuatro grandes tendencias: la electrificación, la conectividad, la conducción autónoma y la movilidad compartida.

La movilidad ha sido protagonista de las campañas electorales municipales y regionales. La movilidad define el modelo de ciudad que queremos, pero también representa el PIB de un país. Su ordenación positiva afecta al empleo, al comercio y a la industria. A una industria que, en España, representa el 10% del PIB y el 9% de la población activa, con 17 fábricas en 10 comunidades autónomas.

Para ANFAC, esta movilidad ha de ser inteligente, eficiente, accesible y asequible. Los constructores ya estamos haciendo grandes inversiones en este sentido, acercando ya al mercado las mejores tecnologías en nuestro compromiso con la descarbonización del parque automovilístico y la reducción de los accidentes en carretera. Más del 60% de los modelos que llegarán al mercado este año y el que viene cuentan con versiones electrificadas y los más modernos sistemas ADAS de ayuda a la conducción.

Pero, en la otra cara de la moneda, esta rápida evolución de las tecnologías, las distintas opciones en cuanto a motores que hay disponibles, las diferentes políticas de movilidad en las regiones y las posibles restricciones futuras a la circulación generan incertidumbre en los ciudadanos, que no saben qué coche comprar. Y esto afecta a la competitividad de nuestras fábricas porque la caída de la demanda tiene un impacto directo en la producción. Además, la incertidumbre tiene un efecto perverso: el crecimiento de la edad media del parque. Nos preocupa que los usuarios, ante esta confusión elijan un vehículo de más de 15 o 20 años para solucionar sus problemas inmediatos de movilidad, con el consecuente impacto en el empeoramiento de la calidad del aire y la seguridad vial. Son los coches viejos, recuerden, los que más emisiones contaminantes y de CO2 producen.

Necesitamos una hoja de ruta común para la movilidad que nos permita trabajar con seguridad y visibilidad. Ya no se trata solo de que pongamos a la venta los mejores modelos, los más eficientes y seguros, porque si el entorno no lo justifica, la demanda no llegará. Y sin una demanda fuerte, es más difícil atraer grandes adjudicaciones de vehículos eléctricos y alternativos para nuestras fábricas. No podemos jugarnos así la competitividad futura de las plantas.

En este nuevo escenario, el vehículo eléctrico es clave en el desarrollo presente y futuro de la industria de la automoción; pero en España aún nos queda mucho por hacer en ese sentido. Nuestro país está a la cola de Europa en la movilidad eléctrica, según señala nuestro Barómetro de la Electromovilidad, solo por delante de Italia en integración de vehículo eléctrico y desarrollo de infraestructuras de recarga. En 2018, aumentaron las ventas de este tipo de vehículos casi un 40% respecto al año anterior pero solo el 0,9% de los coches vendidos fueron electrificados.

Durante los próximos años, el principal reto será la renovación del parque para que entren otros de cero y bajas emisiones, que ayuden en el objetivo de mejorar la calidad del aire y la seguridad vial.

Al mismo tiempo, tendremos que trabajar codo con codo con las administraciones para desarrollar infraestructuras de recarga, planes de ayuda a la compra y una nueva fiscalidad más verde que promueva la adquisición de los vehículos eléctricos y alternativos.

Todo ello acompañado de reformas industriales que potencien la competitividad y ayuden a las fábricas a adecuarse a la producción de los nuevos modelos cero emisiones.