No obstante, esta alteración de nuestro reloj interno tiene solución: engaña a tu organismo haciéndole creer que se encuentra ya con el nuevo horario.
1. Acostúmbrate a tu nuevo horario desde el principio
El proceso para luchar contra el odiado jet lag comienza el día de antes. Según se ha comprobado en numerosos casos, ayuda en gran medida ajustarnos a nuestro nuevo horario desde el día anterior, durmiendo cuando realmente te tocaría hacerlo y comiendo a las horas que se realiza en la ciudad de destino. Estos trucos deberás mantenerlo también durante el vuelo. De esta manera, podrás acostumbrarte y habituarte a tus nuevas rutinas desde el primer momento.
2. Bebe mucho agua y evita el alcohol
Hidratarse es básico y fundamental. Ya no sólo por el efecto tan destacado que tiene el agua en nuestro organismo, sino porque además eso nos producirá tener que acudir al baño más frecuentemente. De esta manera, realizamos inconscientemente una serie de estiramientos básicos, además de mejorar nuestro riego sanguíneo. Cualquier bebida alcohólica estará prohibida en todo momento ya que su efecto deshidratador se incrementa en las alturas.
3. Comidas ligeras y en pocas cantidades
Tras ingerir los alimentos, nuestro cuerpo se centra en realizar la digestión. Esto produce que en innumerables ocasiones tengamos sueño después de comer, por lo que podemos caer en la tentación y dormir durante el vuelo. Esto es recomendable sólo en el caso de que sea de noche en la ciudad de destino. En caso contrario, lo mejor es realizar comidas ligeras para evitar dormirnos y seguir así con las rutinas que tendremos durante los próximos días.
4. Evita la luz solar al llegar
Aunque parece algo simple y bastante prescindible, hay que evitar la luz solar siempre que lleguemos por la tarde ya que de esta manera estamos acostumbrando lentamente a nuestro organismo a su nuevo horario. Si por ejemplo realizamos un viaje Madrid-Nueva York, salimos de día y, a pesar de todas las horas de vuelo, llegamos por la tarde, nuestro organismo queda expuesto a demasiadas horas de sol, alterando gravemente nuestro ritmo circadiano.
5. No te duermas hasta la noche
Es el consejo por excelencia, aunque no siempre se cumple. Café, revistas, hablar por teléfono o planificar los eventos y presentaciones que tengas que desarrollar al llegar: cualquier cosa sirve antes que dormirnos. De esta manera aunque, por ejemplo, para nuestro organismo nos estemos acostando a las 3 de la madrugada, en realidad estamos haciéndolo a las 10 de la noche y así podemos seguir al día siguiente trabajando sin problemas.