1. Vivir anclado en el pasado
Son capaces de pasar página y enfrentarse a nuevos retos. Los fracasos forman parte de su vida pero no suponen un lastre que paralice su camino. No dejan que les influya. Se quedan con lo realmente válido y eliminan aquello que no interesa. Viven con la mirada puesta en el futuro y la realidad de sus metas.
2. Cerrarse ante los desafíos
Buscan conocer nuevos proyectos y crecer con cada una de sus iniciativas. Por ello, su actitud tiende a ser positiva y a intentar, una y otra vez, conseguir sus objetivos. Se esfuerzan por sacar adelante su trabajo y esperan con expectativas sus resultados.
3. Dejar que otros lo hagan por ti
Las personas con gran éxito son profesionales que, desde el primer momento, han trabajado como el que más en coherencia con sus valores. Olvídate de sentarte a esperar mientras recibes beneficios. La motivación por triunfar es la que hace que estés implicado con la empresa y ofrezcas un trabajo de calidad dando ejemplo.
4. No mostrar autoridad ante el resto
Como líder de una empresa, tienes que ser capaz de transmitir una imagen fuerte, consolidad y de respeto. Debes comentar tus ideas y argumentar tus razones para tomar una decisión. Es cuestión de mostra seguridad con lo que haces. La duda no está en consonancia con el éxito.
5. Hacer que tus límites se tambaleen
Eres tú quien tiene que delimitar qué está en consonancia con la empresa y qué no. El éxito de una persona está determinado por tu capacidad para decir “no” cuando es necesario. Escuchan e intentan entender otras posturas pero tienen claro qué es lo que quieren, por qué y cómo lo quieren. Si no garantizas este punto, será difícil alcanzar el éxito.
6. Perseguir la perfección
Nunca estás contento con el resultado obtenido y siempre quieres más. Puede parecer una buena actitud para triunfar pero, es posible que se convierta en una obsesión y acabe por hacer que odies lo que haces. Las personas exitosas valoran su trabajo y confían en sus capacidades.