1. Llevas mucho tiempo y sigues igual
Al principio es normal que te sientas perdido y no consigas encontrar tu hueco dentro de la empresa. El problema es que, tras años formando parte del negocio, notas que no has evolucionado y no te sientes cómodo con lo que haces. Además, no compartes los valores y objetivos de la compañía.
2. Tienes la experiencia suficiente
Has desarrollado una serie de habilidades con las que te podrías enfrentar al mercado laboral de forma satisfactoria. Si crees que ya no podrás aprender más y que ya cuentas con los conocimientos suficientes para solicitar otros empleos, es momento de cambiar de trabajo.
3. Estás desbordado de trabajo
Tienes en tu responsabilidad demasiadas tareas de las que es difícil hacerte cargo. Tu rendimiento ha disminuido por que, en realidad, no tienes la concentración que deberías. No tienes control sobre tus funciones y te sientes impotente porque no sabes cómo actuar. Esto viene ocasionado por tu malestar general dentro de la empresa.
4. No hay posibilidad de crecer en la empresa
Has intentado acceder a puestos de categoría superior pero las posibilidades son escasas y apenas surgen oportunidades de cambio. Eres una persona con aspiraciones que se esfuerza por conseguir metas. La empresa de la que formas parte está estancada y es difícil crecer profesionalmente.
5. No te sientes valorado
Crees que tienes una serie de conocimientos y haces un trabajo de calidad que no siempre está siendo recompensado. Crees que la empresa no sabe reconocer tus triunfos y no sientes el apoyo necesario para seguir implicándote en ella.
6. Has perdido motivación
Es importante llegar a un puesto de trabajo con el entusiasmo y la incertidumbre de enfrentarte a un nuevo día. Por el contrario, tu jornada laboral se ha convertido en una rutina de la que no esperas nada. Actúas como una máquina que realiza su función y espera la hora que pone fin al día para ser desconectada.