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4 habilidades comunicativas que hay que practicar

Las facultades de derecho se centran en la enseñanza del derecho y la teoría jurídica. Las habilidades de comunicación que se enseñan en las escuelas de derecho tienden a centrarse, como mucho, en torno a los argumentos y la persuasión necesarios en un tribunal. Sin embargo, las habilidades de comunicación que hay que mostrar fuera del tribunal son mucho más numerosas y, a veces, más cruciales para la práctica de la abogacía. Estas cuatro habilidades de comunicación son las herramientas a tener en cuenta más eficaces.

Comprender tanto el lenguaje verbal como el no verbal

Hay que saber qué preguntas hacer a un cliente para llegar al núcleo del asunto. Y hay que escuchar, de verdad, las respuestas. Presta atención no solo a las palabras que emplea el cliente, sino también a su tono de voz y su lenguaje corporal.

Muéstrate abierto con tu cliente y explica las cosas a fondo. Haz preguntas para asegurarte de que se han comprendido las explicaciones que has ofrecido. Presta atención al lenguaje verbal y al no verbal para determinar la comprensión. Si crees que hay dudas, repásalo todo de nuevo. Ten en cuenta que cuando los clientes se encuentran afectados emocionalmente, les puede resultar más difícil comprender información compleja.

Ser capaz de establecer fácilmente relaciones

Los clientes contratan abogados porque han alcanzado una buena relación con ellos. Hay que ser honestos y darles a los clientes todos los conocimientos y la ayuda que se pueda. Hay que darles motivos para que confíen en uno y no falsas expectativas. Si las cosas no salen como se esperaba, habla con ellos sobre qué más se puede hacer, si es que se puede hacer algo. Da por concluida la relación con amabilidad y haz que tu cliente entienda que puede volver si alguna vez necesita tus servicios nuevamente. Construir relaciones es cómo se construye un negocio.

Saber qué papel jugar y cuándo hacerlo

Los clientes suelen buscar asesoramiento legal cuando algo negativo está sucediendo en sus vidas. Por lo tanto, es importante que tengas en cuenta cuándo debes ser un abogado “típico” y cuándo ser más empático. Para alguien que está a punto de divorciarse, por ejemplo, un asesoramiento legal neutro puede no ser lo que tu cliente necesite. Es posible que precise alguien que le ofrezca ayuda para sobrellevar tanto los procesos legales de un divorcio como los emotivos. Una conversación fría y prolija en jerga legal pueden hacerte parecer indiferente, lo que puede provocar que el cliente elija otro abogado.

Estar disponible y prestar atención

El cliente está pagando por tu tiempo, así que préstale toda tu atención. Atiende sus llamadas. Reúnete en un lugar que sea lo suficientemente tranquilo para hablar en privado. Asegúrate de tener contigo todo lo que necesitas para no tener que salir de la sala de reuniones en busca de material adicional. Haz que el tiempo del cliente sea un tiempo en el que todo el enfoque esté puesto sobre él.