Tupperware se ha declarado finalmente en bancarrota tras solicitar voluntariamente ante el Tribunal de Quiebras del Distrito de Delaware (Estados Unidos) el amparo del Capítulo 11 de la legislación norteamericana que regula estos procedimientos.
De esta forma, se han confirmado los rumores que obligaron a la Bolsa de Nueva York a suspender este martes la cotización de Tupperware después de que se desplomase más de un 57% en la sesión del lunes.
La presidenta y consejera delegada, Laurie Ann Goldman, ha asegurado que el «entorno macroeconómico desafiante» ha estado detrás de la decisión de Tupperware de acogerse a protección judicial, en referencia a la escalada en los precios de las materias primas y al pinchazo de la burbuja postpandémica por la cocina casera.
En la documentación remitida al tribunal, Tupperware ha informado de que dispone de activos de entre 500 y 1.000 millones de dólares (449,2 y 898,3 millones de euros), mientras que su pasivo estaría entre los 1.000 y 10.000 millones de dólares (898,3 y 8.983 millones de euros).
Este movimiento precede a las largas negociaciones con sus acreedores para gestionar más 700 millones de dólares (628,8 millones de euros) de deuda. Los mismos acordaron este año relajar las condiciones de los préstamos, pero las condiciones del mercado no han dejado de deteriorarse durante ese tiempo.
En este sentido, Tupperware llevaba años advirtiendo de las dudas sobre su capacidad para mantenerse a flote, y, ya en junio, inició los planes para cerrar su única fábrica en Estados Unidos y despedir a casi 150 empleados.
Además, en 2023 sustituyó al anterior consejero delegado, Miguel Fernández, por Goldman y relevó a varios miembros del consejo de administración como parte de su esfuerzo por renovar la empresa.