1. Contratas sin fijarte demasiado
Es uno de los errores más típicos: contratar a cualquier persona que cumple mínimamente las características para el puesto que estás buscando. Si quieres que tu empresa sea próspera en el futuro, tienes que tener desde el principio a los mejores empleados contigo. El proceso de contratación será largo y te exigirá tiempo y cierto esfuerzo, pero definitivamente merecerá la pena.

2. Derrochas los beneficios y no ahorras
Las personas inconscientes o que creen, como hemos dicho, que la empresa irá adelante sola, tienden a malgastar los beneficios que van obteniendo sin pensar en que eso puede perjudicarles muchísimo en el futuro. Un negocio jamás es una apuesta al 100% segura, nunca sabes cómo te irá mañana. Derrochar es de lo peor que puedes hacer.

3. Piensas que “todo saldrá bien” sin hacer nada concreto
Tienen un optimismo demasiado surrealista que les invade por completo. Creen que las cosas mejorarán sin hacer nada, creyendo de forma errónea que todo lo que hacen está perfectamente hecho. Abren el negocio y, simplemente, esperan. Las empresas no funcionan por sí solas, obviamente necesitan de tu esfuerzo y dedicación constantes.

4. Te tomas a mal las críticas de tus clientes
Un mal empresario no toma en cuenta o interpreta como ataques las críticas que le hacen sus clientes. Tener esta actitud puede suponer la muerte definitiva de un negocio, porque si no tomas una actitud activa y reflexiva ante las críticas, irá a peor poco a poco hasta el desenlace del cierre.

5. No escuchas las recomendaciones de nadie
Ya no sólo los clientes, no escuchan las recomendaciones o sugerencias de ninguna persona que quiera hacerles abrir los ojos. Siguen un camino marcado aunque no sea el correcto, o lo que es peor, no siguen ningún camino.