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‘Make Spain green again’

Urge realizar el rescate ecológico de España, restaurar los bosques, las aguas limpias, la buena calidad del aire y la biodiversidad; es decir, ecosistemas sanos y diversos cuyos efectos implicarán, entre otros, solucionar la despoblación de gran parte del interior del país. Además, una economía descarbonizada, apoyada en las energías renovables, la innovación, la digitalización y en las nuevas tecnologías permitirá luchar contra la desigualdad y avanzar en una renta social para los que la necesiten.

El futuro será sostenible o no será. Por ello es obligatorio e ineludible imaginar bosques frondosos, ríos limpios, paisajes feraces, biodiversidad, láminas de agua, gente sana y saludable, pleno empleo, tiempo libre para dedicar a nuestras aficiones, a leer, a practicar deporte… Existe otro futuro, mucho más fácil de imaginar y quizá más probable, así que hagamos lo necesario para alcanzar ese futuro sostenible, el único posible ante el evidente escenario de cambio climático en nuestro país, con temperaturas crecientes y un aumento de episodios meteorológicos extremos, como sequías, inundaciones, olas de calor, etc.

El objetivo tiene que ser doble: conseguir un medio ambiente sano que implique restaurar la antigua abundancia del país y una economía competitiva, que haga que España encuentre su lugar en el mundo y cuyo centro sean las personas.

Vayamos por partes. Los bosques son esenciales para el país, pero la situación es que desde 1961 la superficie devorada por el fuego ha superado los 8 millones de hectáreas de un total de alrededor de 27 millones (en un fin de semana en Galicia se perdieron 50.000 hectáreas). Grandes extensiones de pastizales deben de seguir siéndolo, con una ganadería extensiva que mantenga los recursos y que contribuya a fijar población en la ‘España vaciada’, lo cual es muy importante para la protección y conservación de esos bosques y, por ende, del ciclo hidrológico del que todos dependemos. La agricultura y el importante sector agroalimentario, que representa alrededor del 11% del PIB, deben alinearse con la sostenibilidad, es decir, con una menor utilización de fitosanitarios y fertilizantes y con el fomento de una alimentación mucho más sana.

El turismo depende de unos recursos naturales bien conservados; no es imaginable esta actividad en zonas degradadas y, sin embargo, todavía faltan depuradoras en lugares especialmente valiosos.

La energía es otro sector clave. Es inaudito que los tejados del país del sol no sean solares y que resulte más barato traer gas o cualquier otra materia prima energética del exterior (nuestra dependencia es del 75%) para calentar agua o una vivienda. Las recientes reformas son un buen paso, aunque insuficientes. También resulta increíble que todavía España tenga la energía más cara de Europa con el importante volumen de recursos renovables ya amortizados.

Otros sectores clave, como es el del automóvil, deberán encarar la movilidad sostenible buscando su electrificación, así como soluciones para desplazarse por las ciudades y las conurbaciones especialmente contaminadas.

Las nuevas administraciones deben promocionar las energías renovables y la instalación de tejados solares, apoyar una agricultura y ganadería sostenibles y de proximidad, asegurar una movilidad también sostenible y descarbonizada e incentivar una economía circular y colaborativa. Otras tareas perentorias son digitalizar hasta el último rincón del país, impulsar un uso inteligente del agua, proteger la biodiversidad, luchar contra la desigualdad y evaluar y rendir cuentas de las políticas públicas adoptadas.

La financiación de todo este gran Plan Verde, Nuevo Pacto Social Verde o Nuevo Pacto Verde, como lo llaman los americanos, es muy compleja. Se ha avanzado que puede suponer un 2,5% del PIB, pero si las actuaciones sectoriales (agricultura sostenible, movilidad eléctrica, tejados solares, economía circular…) o la restauración de los ecosistemas (cinturón verde mediterráneo, adaptación al cambio climático) son el futuro, sencillamente no nos queda otra opción.