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¿Y una jefa de gobierno?

Aunque hace unos años esta pregunta hubiera parecido una utopía, hoy en día los principales partidos políticos en España han contado con mujeres en sus filas y además han ocupado puestos de mucha responsabilidad y muy cerca de estar liderados por mujeres, algo que ya ha ocurrido en muchos otros países.

Aunque aún no hemos tenido presidentas de Gobierno, sí hemos tenido vicepresidentas en las últimas legislaturas, lo cual demuestra que la presencia de la mujer en cargos de responsabilidad en todos los ámbitos de la sociedad, incluida la política, está ganando mucho peso y es una tendencia imparable.

La realidad es que la tasa de empleo femenino en nuestro país ha ido en aumento en los últimos años y ya hay una clara presencia de mujeres en los mandos intermedios de empresas, pero cuesta llegar al pico de la pirámide. ¿Será por una falta de igualdad de condiciones y/o por una simple decisión personal por conciliar mejor la vida familiar y profesional?

Volviendo al tema político, cualquier sociedad necesita líderes que sepan detectar las necesidades y deseos de los ciudadanos, para en la medida de lo posible satisfacerlos.

Los modelos de liderazgo, aunque están cambiando, no van todo lo rápido que nos gustaría. Hay que ser capaces de pasar del líder carismático sin preparar, pero capaz de atraer a la gente por sus dotes personales, a uno que sea una persona muy formada académicamente, eficiente, capaz de generar confianza, con previsión de futuro, entusiasmo y, algo muy importante, que sea honrada y ejemplar.

Estamos en un entorno político muy cambiante. Desde hace años ya no existe el bipartidismo y se hacen necesarios líderes con flexibilidad y capacidad de negociación para llegar a acuerdos.

Hombres y mujeres en este sentido tienen las mismas capacidades y por tanto no es una cuestión de género, es de aptitudes personales. Lo realmente importante y esencial es que haya igualdad de condiciones para optar al mismo.

El liderazgo es esencial en cualquier ámbito de la vida, ya que permite tener equipos de trabajo motivados y un clima laboral positivo que hace que se logre mejorar las tasas de productividad y minimizar problemas como el absentismo laboral.

Las capacidades de liderazgo de las mujeres se valoran como menos analíticas y sí más emocionales, y mucho más tolerantes y participativas en la toma de decisiones con el resto del equipo, lo que se adapta mejor a los nuevos tiempos, donde no solo se busca optimizar los resultados, sino también que la gente se desarrolle en un buen ambiente para que den lo mejor de ellos mismos. Por supuesto, esto no significa que no haya hombres que también tengan este estilo de liderazgo.

El nivel de formación en las mujeres sigue avanzando, representando cerca de la mitad del mercado laboral de alta cualificación, como comentábamos antes. Por tanto, al igual que hoy en día es normal encontrar mujeres en mandos intermedios, en unos años seguramente lo será en cargos superiores.

En el terreno de la toma de decisiones, las mujeres acostumbran a tener una actitud más inclusiva y a hacer más preguntas que los hombres. Curiosamente, el hecho de que suelan estar muy preparadas tiene un efecto directo en sus compañeros: cuando ven que ellas lo están, ellos comienzan a prepararse mejor, lo cual es beneficioso para mejorar la toma de decisiones.

Por último, es fundamental que todo líder predique con el ejemplo. Según varios estudios, las mujeres tienen un mejor desempeño en este punto: comunicarse de manera abierta y transparente, admitir errores y sacar lo mejor de los demás. Es decir, los temas relacionados con la comunicación y la colaboración. La comunicación es algo más que hablar y escribir con eficacia. Las acciones comunican más que todo lo que se dice o escribe. Por todo lo anterior, es muy probable que no tardemos mucho en ver a una presidenta del Gobierno.